lunes, 22 de febrero de 2021

Antonio Orihuela (España, 1962)

 

 

A mediados de los noventa

 

A mediados de los noventa, 

cuando los escándalos del gobierno 

se mezclaban con la propaganda del Partido 

en la celebración de los “Cien años de honradez socialista” 

hasta a mí, que no tengo un tic en los ojos, 

que llego bien al orgasmo, 

que tengo un doctorado 

y carnet confederal, 

me tentaron con militar en la oposición. 


Andaban entonces escasos de cuadros 

y su ascenso al poder, afirmaban, era cosa de días, 

y como en los grandes partidos mayoritarios 

no hay que ser ningún lince para nada 

sino sencillamente obedecer 

y hacer lo que se te diga, 

me aseguraban 

que tenía 

ante mí 

un brillante futuro profesional. 


Al contrario que tú, no acepté, 

y en el verano de 1997, 

cuando el Estado ensayaba lo del dichoso minuto de silencio 

con más éxito que una reposición de la Guerra de los Mundos, 

yo hacía la compra en unos grandes almacenes 

transformados, por arte de los medios de manipulación de masas, 

en un fantástico museo de cera. 


Paseé con mi carro entre las figuras 

hasta que me detuvo en seco un señor de traje gris 

acompañado de dos guardias de seguridad. 


–¿Acaso eres cómplice de la barbarie? 

No mereces vivir– me dijeron. 


y, amablemente, me explicaron 

cómo te habían jodido el chollo, 

y quién merecía 

y no 

la vida. 



En Esperar sentado. Ed. Ruleta rusa, 2017

 

(Fuente: Voces del extremo)

 

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