UNA IMPLOSIÓN, y mis mundos sutiles
cayeron como destellos unos sobre otros
en toda su plenitud, acumulando escenarios
en el fondo de la no vida,
construyendo elementos diversos
propios de un caos organizado,
exponencialmente se unían al arbitrio
de secuencias modificadas en alientos,
en su unidad imperfecta, sus sutilezas
forjaban una aleación de fortaleza,
no serían gritos en el vacío.
NO SER un grito
en el vacío
que engulla los deseos,
merecer el placer
que ansia el alma,
dotarla de dignidad
y esencia de belleza,
sin lamentos en el esfuerzo
en el camino
está la recompensa.
NO SER un grito
de estética huera
ausente de alma,
fortalecer las palabras
con contemplación,
significado y estudio
para no temer
el desahogo emotivo,
entregarse con honestidad
y cuidado en todo tiempo
a la palabra precisa
provista de humildad
y espíritu.
¡TANTA VIDA! ¡Tanta vida!
alborada, la mar, sueños
que sanan ríos tóxicos,
luz primigenia, el alma
desde la raíz creadora
se enfrenta al mundo
como un alborear difuso
pendido de su cuerpo,
¡Tanta vida!, roja sin oxígeno
rumor de agujas en las alas,
lo íntimo, las palabras, la mar
en su cresta, el espíritu.
NACER sin pecado
es el signo
impregnado del don
más necesario,
la dignidad;
para manipular
mantras de poder
acercarán el ascua
a su sardina;
no se puede
alcanzar paraísos
si no se es digno.
SÚBITO, un parpadeo,
un destello, un incendio
acuoso sin oxígeno,
invadido de células
pantagruélicas de vida,
abismo sin freno,
la voz, el espíritu
en su creencia
de plenitud sin horas
en búsqueda de espacios
innombrados pero ciertos,
de palabras precisas,
de conceptos nuevos,
de un tiempo audaz
exponencialmente moderno.
¡Cuánta vida por descubrir!
¡Cuántos proyectos! ¡Cuánta hermosura!
Para pioneros del encuentro,
de un vértigo renovador
en tecnologías y pensamientos,
¡Cuánto futuro!,
de quimeras inteligencias,
y en los cauces venosos
menguada vida fluye,
en la inquietud
del hombre homérico
de Itacas, de esos tiempos.
(Fuente: Bitácora del Párvulo)
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