UN EXPLORADOR
nunca puede conocer
lo que está explorando
hasta que lo ha explorado
he copiado estas palabras en mi cuaderno
sin orden
luego las he borrado
—la paciencia es un don
o una herida
me pregunto—
pero ahí siguen
presentes
como un latido
detrás del olor
a tierra
bajo la miseria plateada
de un lápiz ya casi sin sombra
ahí siguen
tatuadas en el papel
como pequeñas grietas
que un explorador
no es capaz de ordenar
también escribí
¿a dónde quiere llegar
alguien así
realmente?
lo copié
—la imaginación es una piedra en medio del desierto—
la misma tarde que
perseguimos eléctricas ardillas
junto al río
en Oxford
donde los parques cerraban
pronto
y las vallas teñían de herrumbre
los deseos
compartimos la merienda
con las ardillas
nerviosamente cogían el pan
sobre la hierba húmeda
y huían
no comprendimos entonces su secreto
pero sí nuestra felicidad
repítelo
un explorador
nunca puede conocer
lo que está explorando
hasta que lo ha explorado
la vida parece que depende
incansablemente
de lo que no se escribe
————————————————
APRENDER de un idioma
su sensación
de desastre
gramatical
la tensa sombra
de lo que
por decir
nunca será dicho
la miseria
de quien no tiene
en su lengua
la palabra
hambre
————————————————
¿HASTA DÓNDE eres capaz
de medir el miedo
y su peso?
No es una pregunta. Lo parece
pero no lo es.
Es la simple tensión
de quien
a su cuerpo
suma la línea
trágica
de la desesperanza.
Desesperar
tiene la forma
hueca
de un jarrón
en cuyo vacío
creemos hallar
el consuelo
del perdedor.
Perder, eso es.
Perder.
***
Lo superfluo y otros poemas
La Bella Varsovia
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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