Pablo de ROKHA habla de Pablo de ROKHA
Yo tengo la palabra agusanada y el corazón lleno de cipreses metafísicos, ciudades, polillas, lamentos y ruidos enormes; la personalidad, colmada de eclipses, aúlla. (Mujer: sacúdeme las hojas marchitas del pantalón)
Andando, platicando, andando con la tierra por los caminos varios, se me caen los gestos de los bolsillos, -atardeciendo olvidé la lengua en la plaza pública-, no los recojo y ahí quedan, ahí, ahí, como pájaros muertos en la soledad de los mundos, corrompiéndose; el hombre corriente dice: “son colillas tristes”, y pasa.
Como el pelo, me crecen, me duelen las ideas; dolorosa cabellera polvorosa, al contacto triste de lo exterior cruje, orgánica, vibra, tiembla y, cargada de sangre, parece un manojo de acciones irremediables. (Radiogramas y telegramas cruzan los hemisferios de mi fisiología aullando sucesos, lugares, palabras).
Ayer me creía muerto; hoy no afirmo nada, nada, absolutamente nada, y con el plumero cosmopolita de la angustia sacudo las telarañas a mi esqueleto sonriéndome en gris de las calaveras, las paradojas, las apariencias y los pensamientos; cual una culebra de fuego la verdad, la verdad le muerde las costillas al lúgubre Pablo.
Aráñanme los cantos, la congoja y el vientre, con las peludas garras siniestras de lo infinito; voy a abortar un mundo; (mis calzoncillos, mis calzoncillos se ríen a carcajadas)
Un ataúd azul y unas canciones sin sentido, intermitentes, guían mis trancos mundiales.
Y la manta piojenta de la vida me envuelve grotescamente cual la claridad a los ciegos. (Ruido de multitudes, automóviles, muchedumbres, van conmigo; como pájaro solo y loco canta lo absoluto en los álamos negros de tu cabeza, Pablo de Rokha). ¡Universo, Universo, cómo nos vamos borrando, Universo!
(Fuente: Hugo Toscadaray)
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