lunes, 21 de diciembre de 2020

Carmen Conde (Cartagena, Colombia 1907 – Majadahonda 1996)​

 

 

Amante

 

Es igual que reír dentro de una campana:

sin el aire, ni oírte, ni saber a qué hueles.

Con gesto vas gastando la noche de tu cuerpo

y yo te transparento: soy tú para la vida.

 

No se acaban tus ojos; son los otros los ciegos.

No te juntan a mí, nadie sabe que es tuya

esta mortal ausencia que se duerme en mi boca,

cuando clama la voz en desiertos de llanto.

 

Brotan tiernos laureles en las frentes ajenas,

y el amor se consuela prodigando su alma.

Todo es luz y desmayo donde nacen los hijos,

y la tierra es de flor y en la flor hay un cielo.

 

Solamente tú y yo (una mujer al fondo

de ese cristal sin brillo que es campana caliente),

vamos considerando que la vida..., la vida

puede ser el amor, cuando el amor embriaga;

es sin duda sufrir, cuando se está dichosa;

es, segura, la luz, porque tenemos ojos.

 

Pero ¿reír, cantar, estremecernos libres

de desear y ser mucho más que la vida...?

No. Ya lo sé. Todo es algo que supe

y por ello, por ti, permanezco en el Mundo.

 

 

 

(Fuente: La parada poética)

 


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