PEDRO
PEDRO
Contaban las sirenas que en la tempestad de sus ojos
los barcos se adormecían aturdidos, cansados de las mareas;
que sus besos sabían a mar y que en su piel curtida
por el sol estaban los destellos de las olas a mediodía;
que sus hombros hacían pensar en promontorios y que en ellos
las mujeres dejaban naufragar las manos y los labios;
que una noche había tocado la luna con sus dedos-mástiles
y oyó una voz dentro de sí, llegada de muy lejos;
que era tan hábil con las redes, como con las palabras.
Alguien fue a pedirle que abandonase los peces
por los hombres. A cambio, recibiría
un templo eterno, una llave, el privilegio de decidir
todos los lugares de lluvia, un nombre nuevo
para poder negar todo lo que vio antes.
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en "Una casa con palabras dentro", Huerga y Fierro, Madrid, 2017. Trad. del portugués: Verónica Aranda.
(Fuente: Jonio González)
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