martes, 22 de diciembre de 2020

Kira Kariakin (Caracas, Venezuela -1966)

 

 

El sol de la ceguera (7 poemas)

 



La casa estuvo llena de luz 

la oscuridad cayó en ella un día

vago por habitaciones 

sólo llenas de memorias

añoro el toque

la tibieza

everything is just a rift  mi cáliz está

roto

...


Canción desde la infancia


Ahí están la tinta 

la vela muerta

el fantasma de nariz de gancho la arandela perdida

los libros sin Oriente

la sábana en el suelo

ahí están

 y sigo jugando a la rueda rueda  a la rueda rueda  a la rueda rueda


Llevo islas dentro

antiguas y nuevas

en remanso

atendiendo fragores

y desencuentros

Unas remotas desde siempre de donde parten búsquedas  y se celebran hallazgos

Otras eximidas 

del terciopelo rojo de los auspicios lechos para el fracaso agotado y el abrazo incorrecto

Islas inamovibles

para triunfo invisible del retorno del largo viaje de mis destierros


Asoma la baraja que quizás te lleve no deseo ese azar disfrazado de razón

la orfandad es una camisa 

que no se puede desvestir

entrará en casa

sorpresiva e incolora

robará historias y constelaciones decantará los porqués

será amada en su crueldad correcta

 

Cuando regresé vi a una ciudad de guerra una guerra que resultó mía

que no me fue prestada

ni proyectada en horizontes televisivos

una que tampoco vi asomada a través de la ventana  en alguna latitud distante

llegamos a esta capital llenos del fracaso de los souvenirs quedamos paralizados frente a los armarios  sorprendidos por la futilidad del gesto de guardar

el retorno fue malévolo

las guerras propias revelan después de matar

quiero invertir el orden de los elementos

para obliterar el pasado

y sepultar los vestigios de la muerte

porque esta guerra no apela a la razón

no compele al abandono 

en ella sólo creo en la evidencia 

de lo que estremece a mi médula nerviosa y puedo discurrir extensamente al respecto  sin que me pese el tiempo

sin que me beneficie ninguna duda 

de que esta guerra es mía


Llevo un parásito dentro

abarca todo mi cuerpo

domina el destino que siguen mis pies

es molesto y acostumbrado

su presencia adictiva

querida e intolerable

soy su huésped y anfitriona

es el país 

que me habita


El hueco negro de tu iris la pasión de la retina

el orificio de mi iris

el reposo de los ecos

la mano que no te alcanza y pierde

 

 

(Fuente: La parada poética)

 


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