EL PRIVILEGIO DE LOS PÁJAROS
Hay una selva inmensa que decrece
día a día, árbol a árbol, senda a senda.
Hay en medio una tierra desnuda
sembrada de heridas. Surcos violentos
en los que se cosecha un hambre de frijoles negros.
Hay un hombre clavado en tierra
en un Ángelus milenario
junto a otros hombres y otras bestias.
Hay un estruendo de metal, hélices y motores.
Mil trompetas de Jericó que disfrazan el aire de infierno.
Hay unos ojos que miran al cielo
adivinando el instante siguiente
y otros ojos tras el punto de mira
que apenas se desconciertan al ver el miedo,
allá abajo, en rostros tan fieros.
Hay después un río de muertos
que antes eran Juan, Pedro, Sofía o Lorenzo.
Hay también un tipo que no tiene nombre,
aunque todos le conocemos,
que regresa a su casa, a la familia, a los besos,
en su avión de combate
con la satisfacción del trabajo bien hecho.
¡Que el viento le confunda y no tenga tregua!
Hay por fin, otros hombres, pequeños, de humo, de tierra,
que lloran lágrimas de lluvia y cieno
mientras se acuerdan de sus muertos.
El privilegio de los pájaros
Argoma
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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