TRES POEMAS DE LA ORILLA LIBRE
Vienen otros en las venas.
Lato y es tiempo. Pongo
a secar la ropa. Compro
un reloj en cada tienda
y les saco las manillas
para clavarme una era
en cada poro. Se cena
tarde, frío y con las prisas
de un cuchillo frente a un péndulo.
En la sangre se resuelve
el apetito, la muerte,
la ecuación clara del tiempo.
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Yo también tengo mis horas
para el hambre. El intestino
es un calendario digno
de atención para mi boca.
Busco cuando estoy hambriento
y si no puedo acechar
a nadie me escondo tras
el biombo del deseo,
y allí maldigo las veces
en que nunca tuve hambre
cuando el tiempo era una suave
rebanada con aceite.
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Cuando un cuerpo dice no
se rebelan las hormigas.
Una marabunta explica
las agendas, el pudor
con que el día se retrasa,
esta mueca de las horas
que anticipan la derrota
del cuerpo que se rechaza.
Para arrasar una sombra
es necesario vivirlas
todas, cerrar la mandíbula
y negar lo que se roza.
La orilla libre
Ártese quien pueda
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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