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UNA HABITACIÓN DE ARLES
Nada conmueve más que aquella silla,
Que el pintor ha dejado ya inconclusa,
Quizás imaginando la difusa
Maraña de la luz, la pesadilla
De vivir nada más con una oreja.
Nada perturba el cuadro; la agonía
La sentimos nosotros; la agonía
De él no existe. La silla tan perpleja
Sigue en su tiempo inconmovible y sola.
Poco importa la pipa que figura
Inaccesible al humo que no puede
Alzarse del dibujo. Triste y sola
Ha de quedar por siempre en la pintura,
La silla que otra suerte ya no puede.
ORIGEN DE LOS NOMBRES
Un apellido tengo que pintado
Me recuerda el origen de los nombres.
De Asturias y Canarias ya los hombres
Mi historia conformaron. He soñado
Con un guerrero. El nombre ya no importa.
Adivino su mano en la penumbra.
Sé que me sueña. Alguna luz alumbra
La oscuridad del cuarto. No soporta
Saberme entre sus cosas. Sólo sabe
Que vengo de otro tiempo. Soy extraño.
Un oráculo dicta mi destino:
«Aquel que fuiste, eres; no hay engaño»
Nada me salva. No hay otro camino:
Entre los dos la muerte es ya la clave.
(Fuente: Aire Nuestro)
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