Dos poemas
02
En el vaso, las moras dejaban correr su vino dulce y negro, y más abajo, las hojas, como papel seco y pálido, caían y caían, y más moras y más hojas. No sé por qué, ellas invocaban, y convocaban, a casi todas las primas y amigas de mi madre: a Virginia y a Rosaura, a Isabel; a Ana y Flor de Lis. Éstas aparecían en persona o en retrato, toda vez que hubiera moras en los vasos.
de Clavel y tenebrario, 1979
23
Papá.
Cuando nos llevabas alzadas!
A Nidia y mí.
Con vestidos rojos, granates, recién hechos; los rostros, casi iguales, bajo el plumón castaño.
No sé qué habrán dicho los vecinos, las magnolias, la lluvia del sur que volaba lejos. La celeste tarde nos miró pasar abrazados.
Todas las estrellas del porvenir brillando juntas.
Pero yo ví esconderse una cosa. Y nada dije.
Un signo en el horizonte.
Unas orejas entre las hojas.
Un gallo volaba al revés, la espalda para abajo.
de Mesa de esmeralda, 1985
Los papeles salvajes. Edición definitiva de la obra poética reunida, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2008
Foto: Las Críticas
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)
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