jueves, 16 de junio de 2022

Robert Frost (Estados Unidos, 1874-1963)

 

El montón de leña

 


 
 
 
 
Andando un día gris por el pantano helado
me detuve y me dije: “Me volveré de aquí.
No, iré más allá —y veremos qué hay”.
Pisaba nieve dura, excepto aquí y allá
donde se me iba un pie. Tan sólo se veían
las líneas verticales de los palos altos y flacos
demasiado parecidos para marcar un sitio
y poder decir con certeza que había estado allí
o en otro lugar. Sé que estaba lejos de casa.
Un pajarito volaba adelante, teniendo el cuidado
de interponer un árbol siempre entre él y yo
y no hablar para que yo no supiera quién era.
—Y yo tan tonto pensaba lo que él estaba pensando—
Pensaba que yo quería arrancarle una pluma:
la blanca de la cola; como uno que imagina
que todo el mundo está pensando en uno.
Un cambio de dirección lo hubiera desengañado.
Pero un montón de leña me hizo en ese instante
olvidarlo y dejar que su pequeño miedo
lo apartara del camino que yo estaba siguiendo
y sin hacerle más caso le di las buenas noches.
Él fue tras el montón y se quedó quieto.
Era un rimero de arces, cortados y rajados
y apilados —bien medidos: cuatro por cuatro y por ocho.
Y no había otro por allí que yo viera.
Ningún traspasador había hollado la nieve.
Y era más viejo, es claro, que el corte de este año,
y aun del año pasado, o del antepasado.
La madera era gris y estaba descortezándose,
y se había hundido un poco. Las clemátides
lo habían envuelto con sus zarcillos como cuerdas.
Pero se sostenía con un árbol en un extremo,
todavía creciendo, y una estaca con puntal en el otro
ya cayéndose. Y yo pensé que solamente
alguien que viviera haciendo siempre cosas nuevas
podría olvidar así la obra de sus manos
en la que empleó sus fuerzas, el trabajo de su hacha,
dejándola apartada de una útil chimenea
calentando el pantano lo mejor que podía
con una combustión lenta y sin humo.
 
 
 
 

Robert Frost, incluido en Antología de la poesía norteamericana (Fundación editorial El perro y la rana, Venezuela, 2007, selec. de Ernesto Cardenal, trad. de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal).
 
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

 

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