domingo, 12 de junio de 2022

Antonio Orihuela (España, 1962)

 

ESPAÑA 

 





para Mercé Rivas Torres

 

 

Te sorprendería hasta dónde puede llegar la vulgaridad de los ricos,

te lo digo yo, que lidio con ellos, son como niños grandes y egoístas,

gente con el encefalograma plano para todo menos para lo que huela a dinero,

no te imaginas lo estúpidos y simplones que pueden llegar a ser.

 

Una vez, en una entrevista, aburrida de las banalidades que me estaba contando,

le pregunté a uno, que en esos momentos se me estaba poniendo transcendente,

a lo Pablo Coelho, que para qué servían los palacios

y se me quedó mirando como si fuera extraterrestre.

 

Es mejor dejarlos en su terreno, preguntarles por sus negocios.

La gente que pisotean o la sangre que se beben diariamente no vende titulares.

 

¿La crisis? La crisis no va con ellos, a pesar de su estupidez son gente organizada,

forman una red, una gigantesca maraña donde se vigilan

y se controlan unos a otros, pero también donde las reglas del juego son claras

y donde tienen a mucha gente trabajando para que la maquinaria funcione:

políticos, jueces, directores de prensa, ministros, abogados, policías…

 

No, no son muchos, en España los ricos no son más de 140.000,

aunque en realidad el bacalao lo cortan veinte o treinta,

pero eso sí, procuran ir todos a una y, en lo posible, evitan hacerse daño,

aunque eso no siempre funciona.

 

Con la mitad de la fortuna de los ricos españoles se pagaba la famosa deuda,

pero claro, es que los acreedores de la deuda también son ellos.

 

Aquí ningún rico le va a pedir al Gobierno que le suba los impuestos,

esto no es Alemania.

 

Ellos no han puesto ahí al Gobierno para eso sino para que los dejen en paz

y les faciliten las cosas cada vez que les apetezca hacer negocios.

 

Se puede subir el IVA, recortar todo lo recortable, acabar con la clase media,

pero también se podría haber creado

un nuevo impuesto de sociedades para las grandes empresas

y no habría hecho falta tocar nada, hundir a tanta gente en el sufrimiento,

empujar un país entero hacia la desesperanza y la frustración colectiva,

pero claro, los ricos son muy poderosos, son invisibles y, sobre todo,

son intocables, a ningún inspector de Hacienda les está permitido investigarlos,

pueden estar tranquilos, tanto, que el año pasado, en plena crisis,

han fundado la Asociación Española del Lujo.

 

Cuanta más miseria pública, más riqueza privada, no falla,

dentro de cinco años habrá el doble de ricos que ahora,

eso significa que los pobres se habrán multiplicado por diez,

yo no tengo ninguna confianza en que desde abajo

surja algo que pueda cambiar este estado de cosas,

porque los pobres no están por hacer la revolución,

los pobres prefieren pagar la hipoteca.



Antonio Orihuela. La guerra tranquila. Ed. Origami.

(Fuente: Voces del extremo)

 

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