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(El mar)*
Versión de Manuel Álvarez Ortega.
Poesía para
acompañar la marcha de una declamación en honor del Mar.
Poesía para
ayudar al canto de una marcha a todo alrededor del Mar.
Como la
empresa de dar vueltas al altar y la gravitación del coro en el circuito de la
estrofa.
Es un canto
de mar como nunca fue cantado, pues es el Mar en nosotros quien lo cantará:
El Mar,
llevado en nosotros, hasta la consumación del aliento y la peroración del
aliento.
El Mar, en
nosotros, llevando su sedoso rumor de alta mar y su inmensa frescura de fortuna
por el mundo.
Poesía para
calmar la fiebre de una velada en un periplo de mar.
Poesía para
vivir más intensamente nuestra velada entre las delicias del mar.
Y es un
sueño de mar como nunca fue soñado, pues es el Mar en nosotros quien lo soñará:
El Mar,
tejido en nosotros, hasta en sus zarzas abismales, el Mar, en nosotros,
tejiendo sus grandes horas de luz y sus grandes pistas de tinieblas–
El Mar, todo
licencia, todo nacimiento y todo contricción, el Mar, en su aflujo de mar.
En la
afluencia de sus burbujas y en la infusa sabiduría de su leche, ah, en la
ebullición sagrada de sus vocales –¡las santas hijas!, ¡las santas hijas!–
El Mar mismo
todo espuma, como Sibila en flor sobre su silla de hierro...
(Fuente: Poesía de El Toro de Barro)
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