poemas de “Pedra do sol”
Tânia Lima, |
Piedra de Sal
Piedra de sol
Postal del cielo
Mar de añil
América del Brasil
La Laguna de Portinho
desagua el sol del Oasis
en las dunas de la fantasía.
De Puerto Salgado
avistamos el barquito
de la bossa nova
en ritmo de poesía.
El río de Janeiro
serpentea purpurina
en la bahía de Guanabara.
Filarmónica
En do sostenido, mi orquesta canta
para los pájaros de la laguna Rodrigo de Freitas.
...Recuerdo mi dulce infancia entre Maranhão y Piauí.
Morábamos con mi abuela en Paranaíba.
¡Era un régimen duro!
la dictadura atravesaba el terreno de norte a sur.
Mi abuela nos enseñaba las lecciones de A-Be-Ce-De,
lecciones de cómo encarar el mundo con voluntad: fe.
A la noche teníamos antes de ir a dormir, cantos de religión
e historias “Para Bien Dormir”.
Nos enseñaba cómo manejar el rosario.
Decía que las oraciones eran las canciones de cuna
del niño Dios (adormecido).
Nos enseñaba la matemática pitagórica
acompañada de una palmeta de refuerzo - ¡para nuestro esfuerzo!
-Decí: siete veces nueve.
-Siete veces nueve.
-Sesenta y tres, siete veces nueve:
-Sesenta y tres, siete veces nueve.
Los sábados, pacientemente
ya estaba ella, en la primera fila de las reuniones de padres y maestros
reclamando la didáctica educativa de la escuela D. Bosco
(¡Oh, aumento abusivo de las mensualidades escolares!)
Del mercado central
nos traía muñecas de trapo, juguetes de cera,
miel de caña, tapioca, sandía, azúcar morena.
Algunos cambios de alegría venía de la mercería del Sr. Berilo.
Nos enseñaba que el amor es alcanzable, pero
es necesario un poco de hierro en l’alma.
Comíamos frijoles sazonados.
Si llegaba diciembre, íbamos a visitar nuestro país.
Viajábamos a la Isla de Igoronhon;
navegábamos ríos de mares, islas de fábulas
entre manglares de peces.
Después de largas horas, avistábamos, tierra a la vista.
De lejos, pequeñitas estrellas delucían en lo alto
de la Iglesia Santa Rosa de Lima.
¡Llegábamos a la isla exhaustos y felices!...
Teníamos la felicidad de la propia libertad.
De mañana temprano, íbamos
a tomar la leche mugidora con Zé Vaqueiro.
A la tardecita seguíamos hacia el puerto de Porto
a la espera de los navíos venidos de América para
llevar la sal de la tierra a nuevos continentes.
Mi madre escribía el libro Razón
mi Padre editaba con emoción en el libro Caja.
La gente galopaba la vida a caballo,
pintando las cavernas sombrías.
Solo que nunca imaginábamos que aquella escena
hoy estuviese solamente en el álbum de la familia.
Todo el resto es realidad
¡¿Qué maldad?!
Orquesta
Hay música en todo
el barullo es además una sinfonía
fuera de tono.
Sonata
El silencio tocando viento
sopla en fa sostenido
y despierta a la literatura
en do natural.
Diálogo divino
Mi religión es la poesía
Dios, el poeta que faltaba, el amigo que pedía
de vez en cuando, me envía por el Espíritu Divino
traducciones homéricas.
Si es de madrugada, viene y declama al pie de la cama
Zaratustra, coloreado y salteado.
Ayer por la noche, la última vez que nos hablamos,
pidió perdón por no haberme aparecido más.
Murmuré como quien no perdona - perdonando.
Me confesó que anda bastante atribulado
terminando “Prosa Concreta” - libro sagrado.
Como siempre, sin dejar huellas, desapareció en medio de la luz
dejándome en un sueño profundo.
Quién me diera
morir
como una ola fuerte
Que al golpear en las piedras:
¡explote!
¡y paf!
En una tarde tormentosa
tronaba en el silencio
lo sereno de la nostalgia
el relámpago de la soledad.
* Todos los poemas pertenecen a Pedra do sol (1996).
** Versiones: Demian Paredes, Buenos Aires, 2021.
Tânia Lima es
graduada en Letras y posgraduada en Filosofía de la Educación por la
Universidad Estadual de Ceará. Ensayista de O Povo, Tribuna do Ceará y
Folha de Assine. Integró el Grupo Literário Academia da Incerteza.
Investigadora de la obra de Fernando Pessoa. Publicó, entre otros
títulos, O livro do abrigo (1999), A bela estrãgeira (2001), Nus mangues
(2003), O meu despertar (2014, libro infantojuvenil) y Berimbau de lata
(2016). Edita la revista de arte Mangues&Letras.
(Fuente: Alpialdelaplabra)
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