El sentido de la vista
(…) ¿Cómo causa inquietud la poesía? ¿Cuál es la tarea de la poesía?
No
me refiero con esto al trabajo que encierra la escritura de un poema,
sino a la labor realizada por el propio poema escrito. Todos los poemas
auténticos contribuyen al trabajo de la poesía. Y el objetivo de este
trabajo incesante es unir lo que la vida ha separado, o lo que la
violencia ha desgarrado. Generalmente, el dolor físico se puede aliviar o
detener mediante la acción. Todos los demás dolores humanos, sin
embargo, se deben a una forma u otra de separación. Y aquí el alivio es
menos directo. La poesía no puede reparar ninguna pérdida, pero desafía
al espacio que separa. Y lo hace con su trabajo continuo de reunir todo
lo que ha quedado desperdigado.
Mi bien amada
qué dulce es bajar
a bañarse en el estanque
ante tus ojos
y dejarte ver cómo
mi túnica de lino empapada
y la belleza de mi cuerpo
se casan.
Ven, mírame.
Poema inscrito en una estatua egipcia del 1500 a. C.
La
poesía se inclina a usar la metáfora, a descubrir parecidos, pero no
con el fin de establecer comparaciones (todas las comparaciones, como
tales, son jerárquicas) o de quitar singularidad a los hechos; lo que
quiere con ello cubrir aquellas correspondencias cuya suma total sea una
prueba de la indivisible totalidad de la existencia. La poesía llama a
esta totalidad, y su llamamiento no es precisamente sentimental; el
sentimentalismo implora siempre una excepción, algo que sea divisible.
Además
de reunir por la metáfora, la poesía acerca mediante su alcance, su
extensión. Equipara el alcance de un sentimiento con la extensión del
universo; pasado un punto, pierde toda importancia el tipo de extremo
implicado; lo único que importa es su grado. Sólo por su grado se unen
los extremos.
Como tú sufro
la negra separación permanente.
¿Por qué lloras? Mejor dame la mano
y prométeme volver en un sueño.
Tú y yo somos un monte de dolor.
En esta tierra tú y yo jamás nos encontraremos.
Si pudieras tan sólo enviarme a medianoche
por medio de las estrellas tu recuerdo.
Anna Ajmátova
Sostener
aquí que los límites de lo subjetivo y lo objetivo se confunden sería
volver a una visión empírica de la que el sufrimiento presente sólo
puede dudar; por extraño que parezca, supone reivindicar un privilegio
injustificado.
La poesía inquieta al lenguaje porque todo lo hace
íntimo. Esta intimidad es el resultado de la labor realizada por el
poema, el resultado de haber reunido en la intimidad todos los actos y
nombres y hechos y perspectivas a los que hace referencia. Con
frecuencia, frente a la crueldad y la indiferencia del mundo, no hay
nada más real que esta inquietud.
¿De dónde nos viene el dolor?
¿De dónde viene?
Es el hermano de nuestras visiones
denle tiempo inmemorial.
Y el guía de nuestras rimas.
escribe el poeta iraquí Nazik al Mal’-ika.
Romper
el silencio de los hechos, hablar de la experiencia, por amarga o
dolorosa que sea, poner en forma de palabras es descubrir la esperanza
de que esas palabras quizá sean oídas y luego, una vez oídas, juzgados
los hechos. Esta misma esperanza se encuentra en el origen de la
oración, y la oración, como el trabajo, ya se hallaba en el origen del
habla. De todos los usos del lenguaje, es la poesía la que conserva más
puro recuerdo de este origen.
Trad. Pilar Vázquez Álvarez
(Fuente: Ada Lírica)
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