sábado, 22 de enero de 2022

Juan Diego Otero (Bucaramanga, Colombia, 1987)

 

La poca claridad que cada día me reserva

Origami     




Esta ciudad no se ha atrevido 
a dejarse horadar por un metro. 
 
Tal vez por miedo a entremezclar 
el ruido que guarda en las entrañas: 
se sabe que no es el mismo ruido 
en el centro y en la periferia. 
 
O bien por temor a verse expuesta 
en el mapa de sus rutas, 
los pliegues que conforman 
a una bestia de papel. 



Portal




Parado en el centro así,
justo debajo de la ducha,
se proyecta una sombra de agua sobre las baldosas,
un molde invertido hecho de gotas
que demoro en la caída:
el espacio que ocupo
y me priva de su transparencia.

La limpieza, por supuesto, es un motivo, pero sospecho
que si regreso a diario es en busca de otro don:
sólo en el perímetro intrazable
de las gotas al caer, se me ocurren ideas de fiar,
la poca claridad que cada día me reserva
me llega como caída del cielo;
pero de mucho más abajo, a un palmo o dos de mi cabeza.

Tal vez la lluvia riegue el pensamiento
en mentes más altas; la mía,
ajena como es a la lengua de las nubes,
se conforma con girar la llave
para desperdigar las líneas de la argumentación,
escamotear el discurrir de los gigantes
y recorrer gota por gota
todas las formas de caer.
 
 
Fuente: Cordite
Imagen en Metromash
 
 
(Fuente: El Poeta Ocasional)





 

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