Hay fotos que muestran
a niños con tocados de pluma
y las caras pintadas en señal de guerra
esos chicos entienden que lo que hacen
es una parodia de otras vidas
creen que son, pero saben que no son
los pieles rojas destinados a morir
a manos de un enemigo
mejor favorecido por la historia
Pero eso no les roba el heroísmo
de la batalla librada hasta el final
hasta el momento en que el último cae
asido al estandarte
eleva el grito final a wakantanka
el espíritu del búfalo
y establece un triunfo definitivo con su muerte
Ya saben algo de eso
porque lo han visto en blanco y negro
entre los relámpagos de una luz inestable
en imágenes que no pueden mentir
Algunos de esos chicos crecieron
odiando al carapálida
y aunque la vida los llevó
a celebraciones iluminadas por cristales
a existencias ordenadas y prolijas
aunque en apariencia sólo sean amaestrados
elementos del mundo que disuelve
sus antiguos alaridos de combate
en ellos cada tanto refucila
la mirada de Caballo Loco, agitando su hacha
Allí también, en los salones
en que se casan sus hermanas
y se reparten los tantos
un anhelo latente les nubla la mirada
y como dijo alguien
se les escapa el indio
Brutales eran
esos indios malos
chocante su cosecha de cueros cabelludos
Allí, en los años tempranos
se abren los caminos
Siguen habiendo cowboys que protegen su hacienda
y su familia
y pieles rojas que quieren existir
mientras aún pasten
búfalos en la pradera
Cada niño que ya está siendo hombre
elige su trinchera
a veces para siempre.
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(En "Pieles rojas" - Ed, deacá - 2017)
(Fuente: Daniel Rafalovich)
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