LA LUNA SONREÍA...
La luna sonreía, mostrando a la humanidad el edificante
ejemplo de una dentadura imaginaria...
La tierra toda tenía ese desfallecimiento... esa postración
antecesora de una «astenia» aguda y muy femenina...
El punto señalado, el sector de felicidad que marca este
lirismo, por un designio oculto, residía en un soberbio
chalet, todo anguloso y bello como un adolescente
«cocainizado»...
Un doncel, un doncel espigado, como brotado del paisaje
por un riego súbito, miraba ansiosamente una ventana
«engoticada» y con luz.
Sus ojos divisaban con amor creciente a:
Una chiquilla feble y lindísima, cubierta con un largo
camisín y un poco de luna...
(Poético, consumadamente poético).
Como un brochazo crudo, el doncel envió un beso
inconsútil enredado en las yemas de los dedos,
que la enamorada se encargó de recibirlo en la fragancia
tentadora de su boca...
¡Y pensar que este amor hecho poema, terminó
con un esposo neurasténico, una esposa con la curva
de la maternidad cansada, una estufa y un gato!
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en "Pirotecnia" (1936), Plural, La Paz, Bolivia, 2004.
(Fuente: Jonio González)
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