Del país de la pena
“te enseñaré el miedo en un puñado de polvo“
-T.S. Elliot
¿Quién soy?. .. “¿La luz que ilumina esta verja, esta tierra?”
¿Soy los árboles y las plantas? ¿Acaso el mar?
Soy colinas, riberas, agua bañada de luz
Soy un cuerpo cansado de tanta errancia
un cuerpo y un alma cansados del miedo
Soy el temor.
Desde lo profundo y oscuro escucho y tiemblo
Oigo lo profundo, lo oscuro, lo difícil
las contradicciones, todos los polos opuestos
las negruras, las blancuras, los intercambios
como si lo blanco reuniera a lo negro
como si lo negro reuniera a lo blanco.
¿Quién soy?
Primero una pena, luego el soportar.
Veo barcos, barcos múltiples que tocan mi orilla
Veo una casa destrozada por el dolor, demasiado cercana.
Los barcos relucen en la noche
-veo sus banderas
ellos son el arribo, la llegada
mas no la cura de la más antigua herida.
Veo barcos enfermos, antiguos, dolientes
y adentro muletas, invalidez, desazón.
¿Quién soy?
El sol me quema, incendia mi piel, ilumina mis ojos
Me vuelvo ardiente, soy ardiente respondo con amor a la canícula.
Yo te he buscado para saber quién soy, y yo no
sé quién soy
La hojarasca me ha arrastrado
Quizás para salvarme
Mi cuerpo está cubierto por una alfombra vegetal
la pelusa de las hojas me acaricia
me he hundido en lo verde
duermo, duermo, duermo
para que todo pase, para que todo termine de pasar.
Soy ahora el pájaro que enterré en el jardín
duermo bajo la tierra para que todo pase
quiero obviar el dolor y el horror. Olvido, olvido. . .
Pienso, ya no es tiempo de la resaca
cada ola me dicta una continuidad
nos la dicta
mi continuidad es una estación sutil, imperceptible
a los apresurados.
Tú llegaste del país de la pena. ¿Adónde, adónde?
El mar se abre en mí, vasto para lavarme,
regarme
poco a poco voy hacia él
con respeto.
Y lejos veo los barcos
barcos cargados de llanto, de indignación contenida
barcos magdalenas.
“¿Escribiste el poema, lo lograste hacer bien?
Te pregunto”.
¿Quién soy? Te fui a buscar
Pero fue en Venecia donde te vi
Allí estaban tus cosas
manteles, bisutería, un granate, topacios
Venecia: reposo para la melancolía.
Padezco
¿Quién soy yo?
Quiero ir a la playa, quiero ver el mar
quiero ver la tierra estremecida por el amor del mar
adoraré la belleza, los esplendores
La ciudad me obliga a trabajar
y yo mientras tanto suspiro
suspiro.
Después de tanto dolor creo que las cosas se acomodarán
un remiendo por aquí, otro por allá
estoy extenuada
tres años y medio de edad son suficientes
para entenderlo todo
vida, muerte, abandonos, distancias.
No soy hija de la guerra, suspiro…
soy nieta
Este pasado me lo voy a tomar lentamente, con demoras
(mi marido es humorista y ríe, ríe de mí y tiene razón)
También mi padre decía: “Hay que reírse”
pero no pudo reír, de tanta pena.
¿Quién soy? Creo que soy una trinitaria encendida
una trinitaria fucsia
colgando sobre el muro.
He colocado mi florecer sobre el muro
para que sea más hermoso
para que se suavice
quizás quiero ocultar u olvidarme
de esa piedra tan áspera. El muro.
El muro de Berlín.
No quiero el horror sino la tolerancia
la casa, amigos, libros,
el granate de amor, los hermanos.
Quiero que en mí se resuelva el mar, la hojarasca.
¿Dónde estás? ¿Dime, quién soy yo?
Los árboles están silentes, no hay grillos
sólo lo metálico suena
máquinas y dinero se dejan sentir
oigo carros y al fondo una huelga
¡nada pasa aquí!
pero las luces están encendidas
y el corazón arde.
Soy testigo de esto. Y de lo otro
Soy testigo.
No importa. Allí está la flor del apamate
Tú dijiste que era la flor del apamate.
He visto la flor del cerezo
era bellísima. Doctor, era bellísima.
Ah, tanto agobio, a veces carezco de fuerzas.
Todo lo que tenemos que cuidar: nosotros, la tierra, el alma
supongamos que la poesía también
y los niños, el niño en nosotros
la cocina, la lucidez en la cocina
la lista es demasiado larga
y es demasiado para nosotras
¿podrán los hombres ayudarnos?
¿oírnos?
demasiado peso; sí, demasiado peso demasiado
agobio.
Venecia, Venezuela
Suspiro, tiemblo, ardo
Mi marido trabaja y es de noche. Las gatas chillan.
Oigo el mar, la caracola me informa
No todo es resolución, pero algo debe resolverse
algo así como una paga
¿pero qué?, no sé…
¿Qué soy? Escucho algo en mí, una voz, quizás
algo que quiere salir
algo claro
que ahora no entiendo, que rumorea.
¿Soy de la Edad Media?
atrás están mis muertos
atrás y cerca
ellos, los dolientes
los que no entendieron el absurdo
su propio absurdo
los que no pudieron verse aún
ellos, los adolescentes
los que padecían, adolecían.
Una vez dije: El mar en mí no deja dormir
Ahora lo sé,
sé qué significa la vigilia
estoy atenta
llevo algas apegadas a mi cuerpo.
¿Quién soy? ¿Una ruta? ¿Un camino?
¿Una carretera entre ciudad y ciudad?
¿Seré un intermedio, un lapso?
No la conciliación, no. Sino algo más
Veamos, debo clarificarme, o quizás no.
Veo una línea de palmas, una neblina
Allí hay dos y tres
un hombre, una mujer
dos hombres
lejos, niños
Sé lo que ello significa
arenisca, polvo visto entre la luz
puntos que atajo
Mi corazón arde, latido a latido
no hay fragua
estoy en calma.
La casa está aquí, aquí los fuegos y las aguas
aquí el lar
“Pero tú, tú sufriste tanto, para todo esto”
Ah… mi pasión. Ah… mis perdones
Claridad, luz divina, ven a mí.
El sol arde y quema, se consagra frente a mi otoño
El sol me habla, contra el otoño, contra la ruina
-pero también soy el otoño.
Ah fruta veloz pronta a la tristeza
todo lo bello en ti, pelusa de durazno
se regala para ser higo
como si fuese un intercambio
entre lo difícil y lo fresco.
Mi ámbito, ¡cuánta claridad!
Oh tierra, cuánto debo hacer para comprenderte
cuán minuciosa debo ser.
Ahora vivo en el detalle, en fragmentos, en trazos
sobre la línea de un rostro.
¿Quién soy?
No tengo cara, seguro, es seguro, no tengo cara
mis ojos vuelan más allá
mis pómulos son contundentes
mi cabello revolotea o se hace dócil
la luz lo abrillanta, lo achica
fuegos en mí arden
Y ahora quiero algo parecido a la paz
algo así como lo regular
tiemblo encendida de tanta pasión
(Mi marido está durmiendo… , al fin; así no me oye
mi marido sabe cuando pienso, cuando siento,
la resonancia de mí le llega y es fuerte).
Estoy en mi cuarto, en mi “cuarto propio”
Allí está la ardilla alemana
las muñecas: la inglesa, la merideña
la venezolana, la italiana
allí está el pájaro primitivo
la talla
allí la foto del balcón hacia ningún lugar
Grecia, Alemania, Venezuela, Londres, Venecia, Egipto.
Los cuidos.
Es demasiado. Suficiente. Suficiente.
Carezco de fuerzas
He dejado el poema, la palabra
He hablado demasiado.
Ya casi no hay culpas
sólo la sombra desfalleciente de lo que somos
amparo
queremos amparo
los buques con sus luces
las banderas
los cañones, las balas, las invisibles balas
ya no entran en mí
oigo sólo la voz de los grillos
la voz de la tierra
la voz de la naturaleza
queda, casi mugiente
como una imploración
¿quién oye?
¿quién está allí?
¿quién habla?
Toco a
las puertas
No es el de adentro quien pregunta
Es el de afuera
el demolido
el cansado
el exhausto
Y mi voz se alarga, se extiende
¿Quién está allí?
El rayo de luz se ha acortado
debo dormir, es de noche
los ángeles nos cubrirán
como a una pareja de amor
en cuido
Mi alma sola late y veo los reflejos
hay allí un cuaderno, hay allí un lápiz
un molinillo de café
y está la firma de Steinberg, a quien no conozo
El grillo salta y salta -lleva la libertad en sí
Acciono, acciono y no comprendo
trato de comprender, lentamente
mi niñez y mi vejez lo impiden
tengo cuarenta años.
Dios, ¿qué significo. .. ¿quién soy?
Hay un alba, sí
y una medianoche
hay un cuerpo que ondula
hay mujeres con un pañuelo amarrado a la cabeza
y eso significa algo, un luto quizás
pañuelos negros para sujetar la desesperación
creo que todo tiene significado
sé de todo lo que significa
¿Quién soy? ¿Tengo yo un significado?
¿Soy una palabra, un viento, una planta?
Mi corazón arde. Lloro, ardo…
Ahí voy, como a la sombra de destinos
La pluma de mi pluma está ardiente
revoloteando, siguiendo la brisa
Mar, en ti confío para que des a los otros su límite
como a la playa
Estoy absorta ante ti, casi espantada
todos mis riesgos se retraen
Cuido. Cuido. Cuido. Habrá que ir con cuido.
¿Qué mas? Las estrellas están allí. Silentes.
Y hay obra. Corazón.
Si todo esto ha sido malo… ¿entonces?
Entonces no habrá corrección.
¿Quién soy? ¿El milagro de un error?
La ventana se abre
La culpa se ventila
El sol irradia
En la costa yace un marinero
la mujer llora
desconsuelo, desconsuelo, desconsuelo
No hay punto final para esta guerra
esta guerra horrible
esta destrucción
mi alma ha sido partida en dos
piedad por mis ángeles
Santa Cruz
He llorado. La tierra me sublima. Los vegetales
La carne
El hombre me sublima
y estoy por él más allá de él
entre cacharros y suspiros
Por ello lavo la casa
Y este grito solitario… ¿qué será?
Suficiente.
Es la luz de la Luna lo que hoy me ilumina.
Hanni Ossott.
Noviembre, 1985.
Poema del libro El reino donde la noche se abre (1987).
(Fuente: Vomité un conejito)
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