martes, 1 de octubre de 2024

Miguel Ojos (Miguel Muñoz, Madrid, España)

 

DEL POMPOSO MONÓLOGO TROCADO EN POESÍA QUE EL INGENIOSO HIDALGO CONTABA A SU ESCUDERO, JUSTO EN AQUEL MOMENTO EN EL QUE DIERON, LOS HOMBRES DEL SIGLO VEINTE Y UNO, CON LOS RESTOS HUMANOS DE MIGUEL DE CERVANTES.

 
 
 
 
Me has preguntado, Sancho: 
 
¿Por qué buscan los huesos de nuestro creador?
¿Qué beneficio aguardan, los prójimos modernos,
deste embrollo de astillas y de escombros
en que nos encontramos? ¿Y por qué en estas fechas,
tan corridos los siglos afuera desta cripta trinitaria?
 
Y a responderte voy sin más demora,
que aunque no sea muy ducho en las conciencias
del siglo veinte y uno, algo de idea tengo
por haberlas sorbido de los nuevos lectores,
que ya van siendo pocos, pero entrados en años
y experiencias. 
 
Harto sabido es, querido Sancho,
que en estas viejas tierras tan feroces,
podridas de corrupciones y de inútiles gastos,
los necios alguaciles del saber de los pueblos
han antes preferencia de un Cervantes bien muerto
que de un Quijote vivo y verdadero. 
 
Destos últimos, haylos, bien andantes, por cierto,
Quijotes y Quijotas que merecieran loas y cantares
pero que son capados de fama por la industria
de los voceadores oficiales del reino
y hasta son encerrados de por vida
en oscuras mazmorras de odio y de censura,
pues cotizan al alza e interesan muy vivos
los terribles entuertos que quieren desfacer…
 
¿¿Qué ha sido eso, Sancho?? ¿¿Vuesa merced lo ha oído??
¡Parece que se acercan las pisadas verdugas! ¡Ya golpean,
ya abaten, ya demuelen y rondan la osamenta!
¡Pongámonos en guardia! ¡Sentados en la cumbre
de este monte de polvo de esternón,
empuñaremos prestos los aceros de nuestras valentías
y daremos batalla,
aunque el vulgo lo ignore y las crónicas callen! 
 
 
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