sábado, 4 de noviembre de 2023

Ángel Guinda (Zaragoza, España, 1948 - 2022)

 


 

 

CORRESPONDENCIA

 

 

Desde que no te escribo

para que no me escribas.

Tus cartas son el sol

que congela el papel.

Tu letra es una hilera

de hormigas que gatean,

relámpagos azules

que sangran del volcán.

Desde que no me escribes

porque ya no te escribo.

 

 

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LOS OJOS DEL POEMA

 

 

Los ojos del poema

me aconsejan.

 

No leas poesía obesa,

anoréxica,

bulímica,

anémica.

 

Lee, escribe

el espinazo de la belleza,

el terror de la vida.

 

Lee.

Y escríbete.

 

 

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LUTO UNIVERSAL

 

 

Yo nací el mismo día

que se murió mi madre.

Un veintiséis de agosto.

Las amapolas eran coágulos de sangre.

Subía la canícula

del fondo de la tierra

y bajaba la luz, a gatas, desde el sol.

Volaban avutardas y murciélagos.

Yo nací una tarde de bochorno,

un día interminable

de luto universal.

Brillaban los campos de lavanda.

Yo nací el mismo día

que se murió mi madre.

 

 

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LA APARECIDA

 

 

La que de no gritar se hizo silencio.

Cargada con los escombros del dolor.

No llegabas para mí para separarme de nadie.

Llegabas con el frío en tus ojos ardiendo.

Llegabas para que el aire me oxigenase entero,

adentro, adentro.

Inteligencia, armonía, belleza, claridad.

Eras la aparecida,

cuando yo estaba a punto de desaparecer.

 

 

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ERAN las noches bajo los milagros,

las noches de nieves escarchadas.

Eran las noches blancas, encendidas,

mudas de estupor de las centellas.

Cruces, por donde vais, dejáis espinas,

espinas que se clavan en el hierro,

en el hierro oxidado de los muertos

de los muertos que mueren por vivir.

 

 

 

Ángel Guinda

Aparición y otras desapariciones

 

               Olifante

 

              (Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

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