EL CARACÚ
el honor de recibir ese huesito redondo,
agarrarlo con la mano y hacer un sorbido un sonido
que sólo sucede en el momento del encuentro
del hueso con la boca.
Pero tampoco tu hueso es mi hueso.
Nombro
y me asombro:
¿hasta dónde llega el carozo de la aceituna
que, bajo mi lengua durante todo el viaje,
recién escupí? Cruzó la frontera,
el muro, de un patio a otro.
Gesticulás como si yo dijera
algo extraño. Te escucho
murmurar: llegó el tercer mundo.
Hace cosquillas
tu pronunciación
aunque no sé qué
estás diciendo.
Mi caracú
resbala sobre la vereda,
deja su grasa sobre el oro que,
todavía, algunos
festejan hasta el tuétano.
(Fuente: Daniel Rafalovich)
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