miércoles, 23 de agosto de 2023

Margaret Randall (Ciudad de Nueva York, Estados Unidos, 1936)

 

Sin explicación ni equilibrio



 
 
A veces el mejor de los días se enrosca en una mota de polen
y tenés que evitar aplastarlo al caminar.
Casi invisible a simple vista, es fácil de confundir
con lo que se barre abajo de las alfombras y del olvido.

A veces el peor de los días lo comparten miles
y otras veces estás solo cuando las cuchillas del viento
te arrancan la carne tierna de las mejillas,
húmedas de derrota líquida y sangre cansada.

Si Mengele hubiera observado su juramento de no hacer daño,
si el guardián del estadio hubiese escuchado la canción
de la última guitarra de un músico, o los 19 pasajeros
no hubieran pasado la seguridad ese día, otro de los peores.

Si el policía veterano hubiera estacionado el patrullero
para tomarse un café en lugar de responder a la alerta
de un hombre joven, negro, caminando sin rumbo,
con las manos en los bolsillos, ¿quién sabe?

Si el marido no se hubiera tropezado con la banda de sonido 
     de su padre,
si la mujer hubiese agarrado al hijo y desparecido
en vez de pedirle perdón por última vez,
si los vecinos no hubieran pensando: no es asunto mío.

Pero entonces, oh entonces, si mis hijos no hubieran llegado,
con un mapa de autopistas y caminos a la espera
de sus pasos, nietos, bisnietos,
pistas de obstáculos y sueños nuevos.

Si yo no hubiera parado en ese puente, inmóvil en la ciudad
donde todo se detuvo, no habría sabido que
venías para quedarte, que íbamos a estar juntas
el resto de nuestros días. Los mejores.
 
 

En  "Un cuerpo político", Contra la atrocidad, Aguacero Editores, Buenos Aires, 2019
Traducción de Sandra Toro
 


Foto: La Nación, Buenos Aires
 
 
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)

 

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