Un libro de música
Al llegar al final, los amantes
se agotan como dos nadadores. ¿Dónde
se terminó? No hay forma de saberlo. Ningún amor es
como un mar, con su vertiginosa procesión de los límites de las olas
de la que dos puedan salir exhaustos, ni hay larga despedida
que sea como la muerte.
Al llegar al fina. Más bien, diría yo, es como un pedazo
retorcido de soga,
que no oculta en sus últimas vueltas
sus terminaciones.
Pero, me dirás vos, amamos
y algunas partes de nosotros amaron
y el resto de nosotros va a seguir siendo
dos personas. Sí,
la poesía termina como una soga.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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