Un soneto
Nunca sufrí una soledad más dura
que aquella soledad que me infligiste
una noche de amor. Yo comí triste
aquel plato repleto de amargura.
No es que esperara más. Pero aunque oscura
la noche nos juntaba y tú no fuiste
más que un amante. Menos. No quisiste
que mezclara en tu vida mi locura.
Cuando la hora aquella fue acabada
te abracé antes de la despedida
y fue de tus caricias la más tierna
permitirme sufrir sin decir nada
sin llanto sin pasión sin voz vencida
apoyada mi frente entre tus piernas.
1950
en Poemas recobrados II, 1947-2003
(Fuente: Descontexto)
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