dos poemas
Mudanzas S.A.
a Borges, a Raffaella Marzano
y a los traductores que no traicionan
Son una tribu extraña dispersa por el mundo
porque mudan el mundo.
Trasladan mundos de una lengua a otra.
Ése es su oficio.
Hacen nevar en árabe,
cambian el nombre al mar,
llevan camellos del Sahara a Suecia,
hacen que don Quijote cabalgue a Rocinante
de La Mancha a Manchuria.
Hacen cosas extrañas, casi casi imposibles.
Dicen en su lengua cosas
que jamás esa lengua había dicho antes,
cosas que no sabía que pudiera decir.
Nacieron de un derrumbe, ocurrido en Babel,
y de un sueño: que un día
las almas hoy antípodas
se conozcan, se entiendan y se amen.
Son una tribu muda:
dan su voz a otras voces.
Se hicieron invisibles a fuerza de humildad.
Durante siglos su labor fue anónima.
Ellos, que viven de nombres y entre nombres,
no tenían un nombre.
En la liturgia de la literatura
son tratados como los monaguillos.
En cambio son pontífices: los que tienden los puentes
entre las islas de lenguas lejanas, los que saben
que todas las lenguas son extranjeras,
que entre nosotros todo es traducción.
Son una tribu extraña dispersa por el mundo
porque están mudando el mundo,
porque están salvando el mundo.
~
Ruinas en flor
Vivimos entre ruinas, rodeados
de ruinas en flor,
de flores en ruinas.
Vivimos desde siempre
en el fin de los tiempos
y en el primer día de la Creación.
Caminamos sin rumbo
sobre la arena de lo que sentimos.
Y las olas, las horas
y la velocidad a que olvidamos
van borrando nuestras huellas.
Somos sombras que crecen a medida
que cae la tarde.
Antes de que anochezca,
abrázame, amor mío, hazme memoria,
hazte memoria en mí.
Fotografía de Salvatore Marrazzo
(Fuente: La comparecencia infinita)
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