Retrato suyo
Un retrato me has pedido,
y aunque es alhaja costosa
a mi recato,
por lograrte agradecido,
si he dicho que soy hermosa,
me retracto.
El carecer de belleza
con paciencia lo he llevado;
mas repara
en que ya a cansarme empieza,
y aunque lo niegue mi agrado,
me da en cara.
Pero, pues precepto ha sido,
va a un traslado reducida
mi figura,
y porque sea parecido
ha de ser cosa perdida
la pintura.
No siendo largo ni rizo,
a todos parece bien
mi cabello,
porque tiene tal hechizo,
que dicen cuantos le ven
que es bello.
Si es de azucena o de rosa
mi frente, no comprenhendo,
ni el color,
y será dificultosa
de imitar, pues no le entiendo,
yo la flor.
Y aunque las cejas en frente
viven de quien las mormura
sin recelo,
andan en traje indecente,
pues siempre está su hermosura
de mal pelo.
Los ojos se me han hundido,
y callar sus maravillas
me da enojos,
y en su ausencia me han servido
como negros dos neguillas
de ojos.
Mis mejillas desmayadas,
nunca se ve su candor,
y esto ha sido
porque son tan descuidadas
las tales, que hasta el color
han perdido.
De mi nariz he pensado
que algún azar ha tenido,
o son antojos;
pero a ello me persuado
porque siempre la he traído
entre ojos.
Viéndola siempre a caballo,
mi malicia me previene
que lo doma,
y en buena razón lo hallo,
pues aunque lengua no tiene
se va a Roma.
No hallaré falta a mi boca
aunque molesto el desdén
me lo mande,
porque el creerlo me toca,
que dicen cuantos la ven
que es cosa grande.
Pero aunque es tan acabada,
confieso que le hace agravio
un azar,
pues a los que más agrada
dicen que tiene en el labio
un lunar.
La garganta es pasadera,
y aunque no es larga, no estoy
disgustada,
pues en viéndome cualquiera
ha de confesar que soy
descollada.
Tiene el que llega a mi mano,
aunque de corta lo niega,
gran ventura,
pues llegue tarde o temprano
a sus dedos, siempre llega
a coyuntura.
Con todo, tan poco valen
aunque alegan sus querellas
no ser mancas,
que cuanto mejores salen
no habrá quien me dé por ellas
dos blancas.
Porque nada desperdicia
dicen que es corto mi talle,
y he observado
que no es talle de codicia,
pues nadie puede negalle
que es delgado.
Que el mundo le viene estrecho
su vanidad ha llegado
a presumir,
y viendo su mal derecho
más de cuatro le han cortado
de vestir.
Pues no merece mi brío
quedarse para después
ni el donaire,
ni encaresco porque es mío;
solo digo que no es
cosa de aire.
A ser célebres sospecho
que caminan mis pinceles
si me copio,
pues el retrato que he hecho
sé que no lo hiciera Apeles
tan propio.
Sin haberle obedecido,
el retrato a mi despecho
ha sido vano,
pues tú cabal lo has pedido,
y todo el retrato he hecho
de mi mano.
Y que tiene, es infalible,
algún misterio escondido,
y yo peno
por saber cómo es posible
que estando tan parecido,
no esté bueno.
Tal cual allá va esa copia,
y si me deseas ver,
yo creo
según ha salido propia,
que te ha de hacer perder
el deseo.
Y si tal efecto hace,
temo que pareceré
confiada,
y aunque no me satisface
mi trabajo, quedaré
muy pagada.
Catalina Clara Ramírez de Guzmán, incluido en Las primeras poetisas en lengua castellana (Ediciones Siruela, Madrid, 2016, ed. de Clara Janés).
(Fuente: Asamblea de palabras)
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