UN POEMA DE EL PRIMER ANIMAL DE LO INVISIBLE
IV
pensabas en una vida más limpia que ésta
una vida que se podía lavar
tender al sol de tu bondad
una vida llena de rostros como viajes
¿dónde están esos rostros / esos viajes?
la vida está desnuda como un mar sin orillas
y no puedes volver la vida atrás
Juan Gelman
es la única convicción posible: la convicción de vivir, en la
persona equivocada, la vida equivocada
Luis Chaves
triste animal
vencido
que la tierra consiente
Ana Gorria
ANIMALES VENCIDOS QUE LA TIERRA CONSIENTE
…y luego está esa fe casi alfabética de ciertas cosas
de ciertas cosas como los bancos de piedra en la noche espesa
de los jardines
de ciertas calles desniveladas que termina muy arriba
de aquellas las madres abnegadas y quietas como los puentes
esa fe oceánica y entera hacia todo lo hijo, hacia lo que hay o
permanece de hijo en el pan y en la pena practicable
en la imprecisión de los animales domésticos y de los ancianos
domésticos
en los relojes de plástico de las paredes de las cocinas que
domestican al silencio, y a los colores ofensivos y vulgares
y en la luz de las farolas que cae y tiembla sobre el desplaza-
miento de los ríos
y en la tristeza fluvial de los peces y de las branquias de los
peces
y en los juncos callados en medio de la noche, calladamente a
oscuras como armarios maternos llenos de trapos, pinzas,
aerosoles, detergentes, en donde también
está esa fe entera y masiva hacia todo lo hijo, hacia lo que hay
de hijo en acudir a los lugares oliendo siempre a naftalina
o en estar pertenecido y obedecer como el limo o las manzanas
o a asentir como lo hace el cristal barato en un frutero de cristal
azul oscuro
obedecer con la devoción que regresa de los espejos igual que
se obedece a esas madres regresonas y encimadas
Pero los espejos tienen mucho de cansancio ya en el nombre
pero quedan los peines, lo que nos dejamos en los peines, en
las perchas, las distancias
para seguir hablando alto y otramente de nosotros
y saben golpearnos con nuestro envés más envés y la vida se
nos queda atrás como entre púas
y nosotros que quisimos despreciarnos la heredad de las creen-
cias
pero a que estábamos atentos, qué nos iba a quedar más allá de
las creencias sino nosotros!?
Nosotros
instantes prescindibles de la historia natural
torpes metamorfosis de qué cosas tan torpes
pobres caducos, pagados, impacientes
piedras, ni siquiera piedras a mitad de camino hacia qué donde
tan oscuros y a oscuras e iguales o ínfimos como bolsillos
tristes organismos equivocados
errores de quién tan pretencioso
inoportunas tentativas de la nada
El primer animal de lo invisible
Ediciones Liliputienses
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
No hay comentarios:
Publicar un comentario