viernes, 27 de mayo de 2022

Clive Wilmer (Yorkshire, Reino Unido, 1945)

 


  



  EL ARQUITECTO EN SU VILLA DE LA MONTAÑA


  Lo único que puedo hacer es llevarte al borde

  Y arrojar un belvedere

  Al vacío, vallado con cable de acero,

  Para que no haya nada que debas temer-

  Ya que temerás,

  Como alguien abandonado en una cornisa de roca.


  Esto es lo que los constructores hacen: componen un espacio

  Para que vos vivas dentro

  Y estés en cuerpo. Ellos no pueden dar otra cosa

  Que madera o concreto, piedra o ladrillo proveer,

  Todo lo demás lo ignoran,

  Excepto hacer un paisaje en un lugar.


  ¿Y qué si el paisaje es meramente espacio? ¿Y qué

  Si unos bichos raros atmosféricos-

  Desvían nubes, tal vez una lámina viscosa de niebla-

  Donde todo aquello lo llenaba? Flotando, los picos nevados

  Apenas existen-

  Mucho menos que nosotros, anclados en este peñasco.




  EL ORFEBRE


  Para fijar esta ansiedad grabo este oro,

  Dando forma a un amuleto cuyos bordes contienen

  Un pequeño espacio de orden: donde encuentro,

  Bañada de luz, una morada para la mente.




  KASPAR HAUSER


  Quién quería ser un jinete

  Quién quería ser lo que su padre había sido antes que él


  Quién no tenía padre alguno, quién no tenía madre

  Quien no podía cabalgar

  Quien brotó totalmente formado desde ninguna parte.-


  Quién conocía el piso de un establo

  mejor de lo que conocía al mundo o a sí mismo

  Quién no podía decir quién lo había conducido o sustentado


  Quién carecía de habla

  Que no podía poner en palabras 

  de dónde había venido o cuál sería su fin

  Quién no podía describir el mundo

  Quién no podía definirlo


  En quién los pecados de los padres eran visitados

  Quién era inocente, quién estaba caído

  Quién ahora habría de comer pan en el sudor de su rostro


  Quién era sub-normal, imbécil, mentalmente incapacitado

  un visionario inspirado, un niño-lobo, una criatura de Dios


  Quién se había dado prisa en el vientre de su madre

  para ser arrojado gimoteando al mundo

  Quién había caído de ninguna parte y se encontraba en

            ningún lado


  Quién no podía decir quién lo había matado

  O por qué había tenido que morir.




  INFORME DESDE NINGÚN LADO


  No es solo el sexo.

  Es la reflexión posterior.


  - como podría ser en los campos, después del siego del heno,

  el sol disperso bajito a lo largo del horizonte, las sombras

                                            audaces,

  y todos marchan al bar.

  Y la biblioteca. Y la galería.

  Y la cama

  con tarea nocturna en las marañas de sus mentes.




  LOS VIEJOS DE LA PILETA


  Los viejos de la piscina estaban bronceados

  Hasta en invierno. Estaban en forma y fuertes.

  Temprano cada mañana hacían corridas a lo largo

  De las cien yardas que bordeaban la pileta, se estiraban

                    y doblaban,

  Hacían flexiones, luego se zambullían en la parte honda.

  Su piel era como cuero agrietado; era lanzada 

  Bruscamente sobre sus huesos, sus músculos enroscados

  En blanda alianza, esperando el desbande.

  O así parece en retrospectiva. Me dicen

  Que una lóbrega mañana de Año Nuevo sin luna,

  Cuando los chicos como yo dormíamos, los viejos

  Rompieron una rígida capa de hielo a través del natatorio,

  Después se pusieron en fila en el borde para sumergirse

  En la oscuridad y en el frío silencioso.

 

***




     Clive Wilmer es un poeta británico, nacido en Harrogate,

Yorkshire en febrero de 1945. Además de haber publicado 

ocho libros de poesía, es traductor, crítico y periodista litera-

rio. 

  



 FUENTE


 Poetry Archive. (Web).

 Algunos provienen de New and Collected Poems, Carcanet,

2012, y otros fueron cedidos por el autor a ese sitio.


Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)

 

(Fuente: Idiomas Olvidados / inutilesmisterios.blogspot)

 

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