viernes, 20 de mayo de 2022

Stelios Karayanis (Samos, Grecia, 1956)

 

POEMAS

 


Stelios Karayanis











 





TIRESIAS O EL ELEMENTO DEMONÍACO DE LA VISIÓN

                                                                                               A Yanis Ritsos
 

Soy viejo; desaparecido ya del tiempo,
encorvado y ciego. Sólo sé rezar y
suplicar a los dioses que detengan el mal, 
que cesen ya los muertos, yacen a montones dentro
y fuera
de Tebas, la de siete puertas.
  Soy el sabio, el adivino
de diez mil males y de muchos más que vienen.
Lluvias, vientos, desgracias golpean y enloquecen
en las puertas del mal, siete veces por la noche
y por el día.
En las puertas que ya nada 
colma puesto que la Justicia castigadora se ha apoderado
de todas las llaves y los hijos de la culpabilidad, despreocupados
y sinvergüenzas, se despeñan desde adentro.
Soy el ciego, el triste
caminante en la terrible vía pública que está cubierta
todavía con tantos cadáveres. Mis lamentos
y mis gritos están tapados de vez en cuando por los graznidos
de las águilas y de aves de mal agüero que se lanzan
insaciablemente desde las murallas de la ciudad.
A veces, debía ser la niña o el niño que 
dejaron en soledad hasta aprender el arte amargo
de dar y tomar la esperanza.
Veo cerrados los senderos y rotos
todos los cipreses en la longitud del tiempo.
Horrible y sin salida la vía pública y sembrada
la llanura no solamente de los cadáveres
de los argivos. Que el aire quede inmóvil
y contaminado. Silencio, silencio. Qué lejos
se fueron, con todas las antiguas gracias, las aguas
corrientes y las voces
consoladores
de las ranas.
Niña un día, tierna niña
con el pecho enteramente lleno, niña, niño
y hombre maduro al mismo tiempo y
ahora ya anciano,
consumido por el tiempo, encorvado y ciego,
tan amargamente, amargamente siento
mi cuerpo,
que sólo puede significar
el Fin del Mundo.
Aquél de allí, el Mal Presagio
que por encima de Tebas,
la de siete puertas,
se precipita y se extiende por las noches
para hacernos desaparecer.


 

EL CÍCLO FÍSICO Y METAFÍSICO DE UN SUEÑO

                                                              A Juan de Loxa

Mi padre soñaba en medio del campo.La belleza y la fuerza de sus sueños bastaban para hacer cantar a todas las aves entristecidas, para que desaparecieran la mosca del olivo y los hongos de semillas, y para que florecieran de nuevo, una vez más, los árboles. Los sueños de mi padre, las aves entristecidas, la mosca del olivo, los hongos de semillas y las nuevas flores en los árboles, cerraban un ciclo indisoluble, cuya relación ética llegaba hasta Heráclito, Empédocles y Parménides. Mi padre soñaba en medio del campo.Yo, en medio de mi pequeña y pobre habitación.La fuerza y la belleza de mis sueños son,al parecer,de otra clase. Por ello, suelo terminar de ordinario con un doloroso ¡Oh!  por la tragicomedia del mundo actual alejado de la Naturaleza. Y, puesto que yo también formo parte de él,el ciclo de mis sueños literarios y de mis libros no tiene ninguna relación con esa naturaleza, no es fácil provocar, como mínimo, el canto de un ave y resulta imposible, naturalmente, proteger a un hombre metafísico de la tristeza y la incoherencia del mundo.




ODISEA, RAPSODIA FANTÁSTICA

                                                     A José Gutiérrez

                                                     Y una vez exhalada
                                                      el alma vuela
                                                      como un sueño;
                                                      pues busca la luz.

                                                                         Odisea, x 223-224


Si recuerdo bien,cuando era pequeño,pensaba mucho en Odiseo. Vivía entonces el día como un sueño, frente al mar,sentado en los salientes de las rocas,leyendo a Homero e imaginando mis propios viajes.A veces, ocurría que nos juntábamos en la misma tripulación,en los mismos cruces de caminos,en los mismos puertos míticos. Los dos teníamos, al parecer, en nuestras miradas el mismo sentimiento, el sentimiento profundísimo de la nostalgia. Hace bastante tiempo, y el Odiseo de mi juventud, que tanto y tanto me enseñó en la vida,ha cambiado por completo. Por las noches, llega intranquilo al puente y me mira con extrañeza. Y me mira con extrañeza especialmente cuando no encontramos nuestro camino en momentos de mar revuelto,quizás buscando ayuda en mí, quizás pidiendo que le diga una palabra. Hace tiempo desde entonces.Y, sin embargo, no sé que le hubiera dicho. Quizás le hable una noche de resplandor de estrellas. Quizás le hable también de algo que resulta increíble en nuestros días. De aquel gran tejido que su Penélope preparaba para su regreso.  O de algunos hombres que se cansaron, que perdieron para siempre el otro sentimiento, aquel profundísimo sentimiento de la nostalgia.



 MONÓLOGO DE ORESTES

                                                A Yannis Ritsos

                                                «El sol no sobrepasará sus medidas
                                                 si las jóvenes Erinias de la Justicia
                                                 no se lo permiten».

                                                  Heráclito, “Sobre la naturaleza”,94.


En mi noche, el miedo. Ayer, apenas anocheció, me convertí en asesino y maté a mi pobre madre por venganza. Era tan asustadiza y cobarde que temblaba como un árbol justo en el momento en que va a talarlo el leñador.  No quería volver a ver el oscuro resplandor del crimen que tenía incrustado en los ojos.Sumergí con furia el puñal en sus cálidos pechos e inmediatamente saltó como un río la sangre infectada.Se despertó entonces jadeante sobre el tapiz y quedó allí,presa tentadora para los perros y la barbilla de Hades. Mas he aquí que, ahora, subo y bajo, fuera de mí, las trampillas de la noche, esperando de los dioses una lluvia fresca para enjuagarme,algo así como un justo sosiego final tras el terrible crimen de haber matado a mi propia madre. A mí, desde pequeño,las desgracias me enseñaron a distinguir en un instante todas las purificaciones justas, y cuándo está bien que hable y cuándo que me calle. Y si fuese hasta el final, para todos vosotros,el vengador y el destructor,el liberador de Argos, quizás estuviera escrito para mí que no existiera ya sosiego,sonrisa,alegría ni tranquilidad en el sueño.

Traducción: José Antonio Moreno Jurado  



Stelios Karayanis (Samos, 1956), es un poeta y ensayista representativo de la generación del 80, hispanista y traductor. Obtuvo el premio de poesía Nikiforos Vrettakos del Ayuntamiento de Atenas el año 1993. Es Doctor de Filosofía Moderna por la Universidad de Ioanina de Grecia y Doctor de Teoría de Literatura y de Literatura Comparada por la Universidad de Granada. Es  miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada, uno de los fundadores de la Asociación de los Hispanistas Griegos, miembro de la Asociación Nacional de los Escritores Griegos y miembro de Pen Club. Imparte clases de Literatura Española en la Universidad Abierta de Grecia desde el año 2005. Fue director de la Revista Internacional de Poesía Erato Ars Poetica y ahora    es director dela revista  Hécate Poesía, Ars Poetica, Revista Internacional de Poesía, Cuento y Teoría Poética. Dirige la serie de libros de Poesía y Ensayo Hécate Ars Poetica. Actualmente vive en Atenas y Samos.


(Fuente: alpialdelapalabra)

 

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