sábado, 19 de junio de 2021

Sofía Sánchez (México, 1992)

 

 

Roca mínima II

 


Si de algo indefinido,
se tratara esta vida,
sería de un témpano de hielo
bendito,
que semeja
una pirámide:
la encantadora construcción
con altitud, latitud y profundidad
en el tiempo contradictorio que gira y giramos.
Un felino rojo custodiando
el cambio del tiempo profano al sagrado.
Escalada solución
a la luz de los entramados estelares,
así es como en todas direcciones
la información se despliega.
Chac-Mool a punto de despegar
¡Míralo salir disparado hacia el Cinturón de Orión!
¡Míralo sin casco, astronauta de piedra!
Qué pura su mirada celeste.
Ésta es la maravilla de los alienígenas mayas,
cada columna un guerrero del tiempo
sonido distante
el rapto de jaguar,
vuelo de quetzal mi pensamiento
y sonido de reptil mi canto.
Mi violencia es lava de volcán dormido
y en eterna resurrección.
Tzintzuntzan dice el colibrí mensajero,
con la rapidez del viento nos movemos.
Desde Pátzcuaro, abuelita
viajamos hasta la península,
Pirámide de Kukulkán, qué absurda me pareces en el olvido,
cierro los ojos como me enseñó mi hermana
y te puedo ver en toda mi furia
de temblor desesperado.
En tu bóveda pétrea me imagino el cielo claro
y tus matemáticas milenarias asombran todas mis alegorías.
Te pintaré cuatro veces cuatro
como número de equilibrio santo,
será el esbozo de una nave,
pirámide que vuela hacia el universo;
la verdad temblará
cuando el extranjero se gire hacia el pasado,
y se vea sacrificar al chamán
que es mi padre también,
y que ya vaticinaba el final y comienzo
de nuestro más alto espíritu salvaje.

Un día, me queda claro
conquistaremos nuestra esencia,
despertaremos de la pesadilla
que quiso enterrar toda piedra
puesta en el lugar
perfecto del rito.

Y será de fuego
el retorno
de mi civilización de estrellas. 
 
 
 

en Bisontes de luz (Editorial Ultramarina C&D, Sevilla, 2019).
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

 

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