Eurídice
Versiones del inglés de Alfredo Núñez Lanz
Hilda Doolittle (Estados Unidos, 1886- Suiza, 1961) sentía una profunda fascinación por el mundo clásico, sus mitos y sus personajes. En 1905 se matriculó en la prestigiosa Bryn Mawr College, muy conocida entre las universidades femeninas por su difícil “plan de estudios para hombres”. Quería estudiar literatura griega clásica, pero la universidad no le proporcionó el ambiente de rebelión y crecimiento que ella esperaba. Al año siguiente abandonó los estudios por sus bajas calificaciones en matemáticas e inglés. A la edad de quince años había conocido a Ezra Pound, su primer amor, quien tendría un papel muy importante tanto en su vida privada como en la evolución de sus ideas literarias. Durante su estancia universitaria conoció a Marianne Moore y William Carlos Williams; junto a ella formaron parte del movimiento imaginista que favorecía la precisión de la imagen, la economía de lenguaje y la experimentación con las formas. A pesar de que el imaginismo tomó el estudio del tanka y el haikú japoneses como base para la renovación de la poesía en habla inglesa, el mundo grecolatino fue tema de muchos de sus poemas. Al incorporar elementos autobiográficos en clave griega, H. D. –pseudónimo con el que publicó toda su obra– logró dar un nuevo giro a los mitos tradicionales.
El poema “Eurídice” fue publicado por primera vez en 1917 como parte de la antología Some Imagist Poets. La antología se desarrolló entre 1914 y 1917, durante la Primera Guerra Mundial, acontecimiento que cambió profundamente la vida de Doolittle y, sobre todo, destruyó la relación con su esposo, el también poeta y editor Richard Aldington. Un año antes de la publicación del poema, Aldington se enlistó en el ejército para combatir en el frente occidental; no volvería sino hasta 1918 y jamás pudo recuperarse de aquella devastadora experiencia. En 1915, la única hija de la pareja había muerto durante el parto, hecho que provocó un enorme distanciamiento entre ambos. Ella creyó que la muerte de su hija había sido provocada por el shock de la noticia del hundimiento del RMS Lusitania, atacado por un submarino alemán: de los mil 959 pasajeros, mil 198 se ahogaron.
Durante ese periodo inestable, de gran violencia y confusión, H. D. escribe este poema donde le presta voz a Eurídice. A diferencia de la heroína pasiva y perpleja del mito griego, la Eurídice de H. D. tiene una voz rotunda, expresa su rabia y rencor en este monólogo dramático donde ejemplifica la agonía que sufren las mujeres a manos de los hombres y sus decisiones. Eurídice nunca culpa a los dioses por su muerte; parece aceptar el destino como parte del ciclo de vida. Orfeo, sin embargo, alteró el orden natural, casi logró devolverla a la vida, pero tuvo un momento de debilidad y Eurídice lo culpa. Comienza expresando impotencia, confusión e ira; después afirma su independencia internalizando su dolor y fortaleciéndose.
Inmersa durante décadas en las contracorrientes intelectuales del psicoanálisis, el modernismo, las mitologías sincretistas y el feminismo, H. D. creó una voz y una visión personalísima que buscaban dar significado a los fragmentos de una cultura devastada por la guerra. Las intersecciones entre lo público y lo privado, el amor, la guerra, el nacimiento y la muerte son constantes ejes de sus poemas que van más allá de la tradición modernista y conforman un corpus que investiga en la identidad, el género y el lenguaje como modelos de la cultura que surgió durante la Primera Guerra Mundial y en el periodo cada vez más ominoso que culminó en la Era Atómica.
Agradezco a los poetas Alicia García Bergua y Fabio Morábito sus amables comentarios y sugerencias para la traducción de este poema.
Eurídice
I
Me has arrastrado de vuelta,
A mí que podría haber caminado con las almas vivas
sobre la tierra,
que podría haber dormido entre flores vivas
finalmente;
por tu arrogancia
y tu impiedad
me has arrastrado de vuelta
donde líquenes muertos gotean
brasas muertas sobre musgo en cenizas;
por tu arrogancia
al fin estoy rota,
yo que vivía inconsciente,
casi olvidada;
si me hubieras dejado esperar
habría ido del hastío
a la paz,
si me hubieras dejado descansar entre los muertos,
te habría olvidado
a ti y al pasado.
Eurydice
I
So you have swept me back,
I who could have walked with the live souls
above the earth,
I who could have slept among the live flowers
at last;
so for your arrogance
and your ruthlessness
I am swept back
where dead lichens drip
dead cinders upon moss of ash;
so for your arrogance
I am broken at last,
I who had lived unconscious,
who was almost forgot;
if you had let me wait
I had grown from listlessness
into peace,
if you had let me rest with the dead,
I had forgot you
and the past.
II
Aquí sólo hay llama sobre llama
y negrura entre chispas rojas,
manchas negras y luminosas
creciendo sin color;
¿por qué volteaste,
para que el infierno fuera repoblado
conmigo
arrastrada a la nada?
¿por qué miraste atrás?
¿por qué vacilaste en ese momento?
¿por qué inclinaste tu rostro
iluminado por la llama de la tierra,
sobre mi rostro?
¿Qué fue lo que cruzó mi rostro
con la luz del tuyo
y tu mirada?
¿Qué fue eso que viste en mi rostro?
¿La luz de tu propia cara,
el fuego de tu propia presencia?
¿Qué tenía mi rostro para ofrecerte
sino el reflejo de la tierra,
color jacinto
capturado en la áspera fisura de la roca
donde la luz golpeaba,
y el color azul de los azafranes
y la brillante superficie de los azafranes dorados
y de la anémona,
rápida en sus venas como un relámpago
y tan blanca?
II
Here only flame upon flame
and black among the red sparks,
streaks of black and light
grown colourless;
why did you turn back,
that hell should be reinhabited
of myself thus
swept into nothingness?
why did you glance back?
why did you hesitate for that moment?
why did you bend your face
caught with the flame of the upper earth,
above my face?
what was it that crossed my face
with the light from yours
and your glance?
what was it you saw in my face?
the light of your own face,
the fire of your own presence?
What had my face to offer
but reflex of the earth,
hyacinth colour
caught from the raw fissure in the rock
where the light struck,
and the colour of azure crocuses
and the bright surface of gold crocuses
and of the wind-flower,
swift in its veins as lightning
and as white.
III
Azafrán al margen de la tierra,
salvaje azafrán doblado
sobre el canto afilado de la tierra,
todas las flores que atraviesan la tierra,
todas, todas ellas se han perdido;
todo está perdido,
todo está cubierto de negro,
negro sobre negro
y peor que el negro,
esta luz incolora.
III
Saffron from the fringe of the earth,
wild saffron that has bent
over the sharp edge of earth,
all the flowers that cut through the earth,
all, all the flowers are lost;
everything is lost,
everything is crossed with black,
black upon black
and worse than black,
this colourless light.
IV
Margen sobre margen
de azafranes azules,
azafranes, emparedados por su propio azul,
azul de esa tierra superior,
azul de abismo sobre un abismo de flores,
perdidas;
flores,
si hubiera tomado aliento de ellas,
de bastantes de ellas,
más que de la tierra,
incluso más que de la tierra superior,
lo tendría conmigo
debajo de la tierra;
si lo hubiera atrapado de la tierra,
de todas las flores de la tierra,
si alguna vez pudiera haber inhalado
los azafranes dorados más hermosos
y los rojos,
y los mismos corazones dorados del primer azafrán,
a toda la masa dorada,
a toda su gran fragancia,
habría apostado a perder.
IV
Fringe upon fringe
of blue crocuses,
crocuses, walled against blue of themselves,
blue of that upper earth,
blue of the depth upon depth of flowers,
lost;
flowers,
if I could have taken once my breath of them,
enough of them,
more than earth,
even than of the upper earth,
had passed with me
beneath the earth;
if I could have caught up from the earth,
the whole of the flowers of the earth,
if once I could have breathed into myself
the very golden crocuses
and the red,
and the very golden hearts of the first saffron,
the whole of the golden mass,
the whole of the great fragrance,
I could have dared the loss.
V
Así que por tu arrogancia
y tu impiedad
he perdido la tierra
y las flores de la tierra,
y las almas vivas sobre la tierra,
y a ti, que pasaste a través de la luz
y bajaste,
despiadado;
tú, que tienes tu propia luz,
que eres para ti mismo una presencia,
que no necesita presencia;
pese a toda tu arrogancia
y tu mirada,
te digo esto:
esa pérdida no es una pérdida,
ese terror, esos enredos y trampas
de oscuridad,
ese terror
no es una pérdida;
el infierno no es peor que tu tierra
sobre la tierra,
el infierno no es peor,
no, ni tus flores
ni tus venas de luz
ni tu presencia,
una pérdida;
mi infierno no es peor que el tuyo
aunque te la pases entre las flores y hables
con los espíritus sobre la tierra.
V
So for your arrogance
and your ruthlessness
I have lost the earth
and the flowers of the earth,
and the live souls above the earth,
and you who passed across the light
and reached
ruthless;
you who have your own light,
who are to yourself a presence,
who need no presence;
yet for all your arrogance
and your glance,
I tell you this:
such loss is no loss,
such terror, such coils and strands and pitfalls
of blackness,
such terror
is no loss;
hell is no worse than your earth
above the earth,
hell is no worse,
no, nor your flowers
nor your veins of light
nor your presence,
a loss;
my hell is no worse than yours
though you pass among the flowers and speak
with the spirits above earth.
VI
Contra lo oscuro
tengo más fervor
que tú en todo el esplendor de ese lugar,
contra la negrura
y el gris desolado
tengo más luz;
y las flores,
si te contara,
te apartarías de tus propios caminos
al infierno,
volverías a mirar hacia atrás
y yo me hundiría en un lugar
aún más terrible que este.
VI
Against the black
I have more fervour
than you in all the splendour of that place,
against the blackness
and the stark grey
I have more light;
and the flowers,
if I should tell you,
you would turn from your own fit paths
toward hell,
turn again and glance back
and I would sink into a place
even more terrible than this.
VII
Al menos tengo las flores de mí misma,
y mis pensamientos, no puede arrebatármelos
ningún dios;
tengo el fervor de mí misma como presencia
y mi propio espíritu como luz;
y mi espíritu, con su pérdida,
sabe esto;
aunque pequeño frente a lo oscuro,
pequeño frente a las rocas informes,
el infierno se quebrará antes de que me pierda;
antes de que me pierda,
el infierno se abrirá como una rosa roja
para que pasen los muertos.
VII
At least I have the flowers of myself,
and my thoughts, no god
can take that;
I have the fervour of myself for a presence
and my own spirit for light;
and my spirit with its loss
knows this;
though small against the black,
small against the formless rocks,
hell must break before I am lost;
before I am lost,
hell must open like a red rose
for the dead to pass.
H.D. / Pensilvania, Estados Unidos, 1886 – Zúrich, Suiza, 1961). Poeta, narradora y cronista. Formó parte sustancial del movimiento imaginista poesía y del modernismo estadounidense. Es autora de los libros de poesía Sea Garden (1916), The Tribute and Circe: Two Poems (1917), Hymen (1921), Red Roses for Bronze (1931) y Helen in Egypt (1961), entre muchos otros.
Alfredo Núñez Lanz
/ Ciudad de México, 1984. Narrador, traductor y editor. Fundador de Textofilia Ediciones y autor de la novela El pacto de la hoguera (2017).
(Fuente: Periódico de Poesía.unam.mx)
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