sábado, 24 de julio de 2021

Cristina Peri Rossi (Montevideo, Uruguay, 1941 / en Barcelona desde 1972)

 

 

RECITALES DE POESÍA 

 
Me habían invitado a un festival de poesía
en un pueblucho de gente adinerada
gente con pretensiones
—o sea, gente que no lee poesía—
 
Pensé que el Ayuntamiento necesitaba
blanquear dinero
 
dobles facturas de hoteles taxis restaurantes
al treinta por ciento o así
 
pero yo también necesitaba un poco de dinero
y además el hotel estaba frente al mar
 
eso era lo que más me importaba
 
ver el mar desde el hotel
 
escuchar el mar desde el hotel
 
y además era invierno
 
cuando el mar no está infectado infestado de bañistas
 
En el tren pusieron una película detestable
de modo que me dediqué a mirar
la especulación inmobiliaria
 
urbanizaciones
pareados
y cosas así
 
el vagón iba repleto de adolescentes
y adolescentas
que gritaban
por los móviles
 
de modo que yo no podía estar de malhumor en paz
 
vi como sepetecientos mil pareados
 
y ningún árbol
 
la costa es así
donde había árboles
ahora hay chiringuitos
 
el mar ya no huele a mar
huele a huevos fritos
 
El organizador era un tipo amable
creo que se sentía un poco culpable
del aspecto francamente hortera del pueblucho
lleno de suvenires y restaurantes de menú fijo para turistas
 
La lectura fue en un teatro
entrada gratis
para que la gente no tuviera que pagar
por escucharnos
 
(seis poetas, yo la única mujer)
 
después de la lectura se fueron por ahí a cenar y de copas
 
yo me fui al hotel
tenía ganas de mirar el mar
 
pero de noche desde la habitación no se veía el mar
 
sólo podía escucharlo
 
A lo lejos de vez en cuando veía la luz de un barco
 
o quizás era un faro lejano
 
como los que pinta Eduardo Sanz
 
Pedí un sándwich de jamón y queso
 
me estiré en la cama
 
cama grande
 
cama de hotel de lujo
 
Sentía un poco de culpa por no estar comiendo y bebiendo
con mis
colegas los poetas
 
Encendí la luz de afuera y pude ver al gran animal oscuro
 
que parecía quieto
adormilado
pero roncaba
 
el mar negro de mis peores pesadillas
 
A la mañana siguiente después de un suculento desayuno
(venía incluido en el precio que el Ayuntamiento había
pagado)
 
me despedí del organizador.
Estaba contento
 
todo había ido bien
bien la lectura
bien los poetas
bien los aplausos
bien la prensa
y los medios de comunicación
 
El único problema —dijo
era la factura de habitación de los poetas:
 
habían alquilado películas porno
por televisión
 
y se fueron sin pagar.
 
Le dije que no me parecía bien
pero en el fondo me reí
 
Serían las únicas facturas que no podría
blanquear.
 
 
(Fuente: Mario Nosotti)

 

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