Habla el cadáver de Adán
El primer hombre fui, que, por Dios hecho,
le semejé, de todo cifra hermosa;
y, con ingratitud al cielo odiosa,
el quererme hacer grande me ha deshecho.
Dominé el mundo, a mi altivez estrecho,
y por comer la fruta venenosa,
de la muerte en la cárcel espantosa,
me viene grande el más pequeño trecho.
Denominéme, de adamá (que ‘tierra’
denota), Adán (que es ‘hombre’), por tal modo
que he vuelto a mi materia inanimada.
Lo que esta losa hasta mi nombre encierra,
cuando Adán fue pensaba que era todo
y, leído al contrario, ya soy nada.
Miguel de Barrios. De ascendencia judía, vivió en Amsterdam con el nombre de Daniel Leví.) En: Francisco Rico, Mil años de poesía española. Planeta, Barcelona, 1997.
(Fuente: Nexos)
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