XVI
XVI
Nosotros dos, querida, lo sabemos muy bien:
Tan sólo nos enseñan
A tener hambre y frío,
A deslomarnos trabajando
Y a vivir separados.
No hemos sido obligados a matar todavía
Y no nos ha tocado todavía morir.
Nosotros dos, querida, lo sabemos muy bien:
Podemos enseñar a los demás
A luchar por los nuestros,
A amar un poco más todos los días
Y, cada día, un poco mejor.
XIX
XIX
Nuestro hijo está enfermo.
Su padre está en la cárcel.
Tu pesada cabeza
Se dobla entre tus manos fatigadas.
Nos pasa lo que hoy pasa en nuestro mundo.
Conducirán los hombres a los hombres
Desde los días malos a los días mejores.
Sanará nuestro hijo.
Saldrá de la prisión su padre.
Tú, desde el fondo de tus ojos claros,
Sonreirás limpiamente.
Nos pasa lo que pasa en nuestro mundo.
ÉSTE ES NUESTRO PAÍS
Este país que finge la cabeza de un potro
Que, a galope tendido, desde el Asia lejana,
Viene a bañarse en el Mediterráneo,
Éste es nuestro país.
Gente descalza, puños sangrantes, dientes apretados,
En una tierra que es como alfombra de seda:
Éste es nuestro infierno y nuestro paraíso.
Que se cierren las puertas a los que explotan a sus semejantes,
Que se cierren por siempre,
Que los hombres no sean esclavos de los hombres:
Ésta es nuestra consigna.
Vivir igual que un árbol, solo y libre,
Vivir fraternalmente como viven los árboles de un bosque:
Éste es nuestro sueño.
A PESAR DE MIS CABELLOS RUBIOS
A PESAR DE MIS CABELLOS RUBIOS
Hermanos míos:
a pesar de mis cabellos rubios,
yo soy asiático;
a pesar de mis ojos azules,
africano.
Entre los míos, allá lejos,
los árboles no tienen sombra al pie:
igual que los de ustedes, allá lejos...
Entre los míos, allá lejos,
al pan diario se lo traga el león
y acuestan a los dragones delante de las fuentes.
Y, entre los míos, mueren sin cumplir los cincuenta,
lo mismo que entre ustedes, allá lejos...
A pesar de mis cabellos rubios,
yo soy asiático;
a pesar de mis ojos azules,
africano.
El ochenta por ciento de los míos
no sabe leer ni escribir
y los poemas, yendo de boca en boca,
llegan a ser canciones,
allá, entre los míos, los poemas
llegan a ser banderas,
lo mismo que entre ustedes, allá lejos...
NO NOS DEJAN CANTAR
NO NOS DEJAN CANTAR
No nos dejan cantar, ellos, Paul Robeson,
canario de alas de águila,
mi hermano negro de perlados dientes:
no nos dejan gritar nuestras canciones.
Tienen miedo, Paul Robeson,
tienen miedo del alba, tienen miedo de ver,
miedo de comprender y de palpar.
Tienen miedo de amar,
miedo de amar como Ferhat amó,
apasionadamente.
(Seguramente, ustedes también, hermanos negros,
tendrán algún Ferhat. ¿Cómo le llamas, Robeson?)
Ellos le tienen miedo, por igual,
a la semilla y a la tierra,
miedo al agua que corre y fertiliza.
Tienen miedo hasta de acordarse.
La mano de un amigo que no quiere
descuento, comisión ni moratoria,
la mano de un amigo, cálida como un ave,
nunca estrechó su mano.
Ellos le tienen miedo a la esperanza,
Robeson, ¡miedo a la esperanza!
Tienen miedo, canario de alas de águila:
les tienen miedo, Robeson,
a las canciones nuestras...
Traducción del francés: Amaro Villanueva
Antología Poética, Nazim Hikmet, Editorial Quetzal, Buenos Aires, 1976.
(Fuente: César Cantoni)
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