MANATÍES
MANATÍES
El día de partir
aguarda definitivo
en boca de lo invisible.
En tanto,
el tiempo resulta
una caricatura
demasiado absurda
para ser verosímil.
Pero se vive.
Tengo sólo
el llanto de los míos,
la cruz signada
en mi suerte,
la media sonrisa
desdibujada
de otros días.
Y esta espera
larga entre insomnios,
cautiva en la embestida
de cuanto acontece
y me atraviesa
como a un fantasma.
Relámpago de claridad,
el instante;
después,
bajo la tormenta,
toda lágrima
se desvanece.
Nadie guardará memoria
de nuestra piel,
del arrullo de las aguas
aquella noche
cuando de un trago
pretendimos
bebernos la vida.
Condición de manatíes
acunando las horas
con su lamento.
Efluvio de voces
a la distancia
en el recuerdo
de quienes fuimos.
Demasiada espera
para quien no sabe
hasta cuándo.
Y quizá
sólo el eco
de estas palabras
para nadie
deje constancia
de nuestro paso
entre la niebla.
Pero, tal vez,
nada nos recuerde
y para qué entonces
tanta pena.
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