domingo, 10 de septiembre de 2023

Dante Alighieri (Florencia, Italia, 1265 - Ravena, 1321)

 

Puede ser una ilustración de castillo de Bran

 

LECTURA DANTIS

\

INFIERNO

Cantos IX y X

Fragmentos

\
¡Oh toscano que vas hablando!
Los inolvidables Farinata y Cavalcante. La "condición humana" en el Infierno. Forma y figura. Segundo vaticinio de un alma sobre el futuro de Dante
\
IX
(...)
 
Como en Arlés donde el Ródano se estanca,
como en Pola, cerca del Carnaro,
que Italia cierra y sus fronteras baña,
 
hacen los sepulcros todo el lugar vario,
así hacían allí por todas partes,
salvo que de modo más amargo;
 
que entre los fosos llamas se esparcen,
por las que son tan completamente ardidos
que fundir fierro podrían sin más artes.
 
Estaban abiertos todos los sepulcros,
y afuera se oían tan duros ayes
que bien parecían de míseros y ofensos.
 
Y yo: "Maestro, ¿quiénes son la gente
que, sepultada dentro de estas arcas,
se hace sentir con suspirar doliente?"
 
Y él a mí: "Aquí están los heresiarcas
con sus secuaces, de cada secta, y mucho
más que no creerías que las tumbas cargan.
 
"Igual con igual está sepulto,
y las tumbas más o menos caldas."
Y luego que a man derecha hubo girado,
pasamos entre martirios y murallas.
 
X
(...)
"Oh toscano, que por la ciudad del fuego
vivo vas así, hablando honesto,
te plazca detenerte en este sitio.
 
"Tu inflexión te hace manifiesto
de aquella noble patria nacido
a la cual, tal vez, fui muy pesado."
 
Súbitamente este cantar salió
de una de las arcas; por esto me arrimé,
temiendo, un poco más al duca mío.
 
Y él me dijo: "¿Qué haces? Date vuelta.
Mira allá a Farinata que se está derecho; *
de la cintura para arriba, todo lo verás."
 
Yo había ya mi mirada en la suya puesto;
y él se erguía con el pecho y con la frente
como si tuviese al infierno en gran desprecio.
 
Y las animosas manos del duca, ágiles,
me empujaron entre las tumbas hacia él,
diciendo: "Que sean contadas tus palabras."
 
Tan pronto al pie de su tumba estuve
me miró un poco, y luego, casi desdeñoso,
me preguntó: "¿Quiénes fueron tus mayores?"
 
Yo, que era de obedecer deseoso,
no le recelé, más bien le dije todo;
por lo que las cejas levantó un poco,
 
para decir: "Fueron adversos fieramente
a mí, a mis primeros y a mi parte,
de suerte tal que los dispersé dos veces."
 
"Echados, volvieron desde todas partes",
yo le respondí a él, "una vez y otra;
los tuyos no aprendieron esas artes."
 
Entonces surgió a la vista descubierta
otra sombra, junto a esta, hasta el cuello;
creo que se sostenía arrodillada.
 
Miró a mi alrededor, como si tuviese
voluntad de ver si otros eran conmigo;
y luego que su sospechar fuera apagado,
 
llorando dijo: "Si por este ciego
presidio vas por la altura del ingenio,
¿mi hijo dónde está? ¿por qué no va contigo?"
 
Y yo a él: "No vengo por mí mismo:
el que espera allá, por aquí me lleva,
tal vez, el que tuvo en desdén tu Guido." **
 
Sus palabras y el modo de la pena
me habían de aquel el nombre dicho;
por eso fue tan plena la respuesta.
 
De súbito levantado, gritó: "¿Cómo
dijiste? ¿Él lo tuvo? ¿No vive ya?
¿No hiere la dulce luz sus ojos?"
 
Cuando observó alguna demora
que yo tuve en darle la respuesta,
supino cayó y ya no se alzó fuera.
 
Pero aquel otro magno en cuya posta
me había detenido, no mudó de aspecto,
no movió el cuello ni torció su costa;
 
y continuando el diálogo primero,
"Si tienen aquel arte", dijo, "mal sabido ,
eso me atormenta más en este lecho.
 
"Pero no cincuenta veces encendido
será el rostro de la dama que aquí reina, ***
que el peso de ese arte habrás probado. ****
 
"Y así nunca al dulce mundo vuelvas,
dime, ¿por qué es tan impío ese pueblo
con los míos, en cada una de sus normas?"
 
Y yo a él: "La vejación y el exterminio
que hicieron el Arbia colorar de rojo,
tal oración ordena en nuestro templo."
 
Luego que moviera la cabeza suspirando,
"A eso no fui solo", dijo, "y por cierto,
no sin razón me he movido con los otros.
 
"Pero estuve solo allá, donde aprobaron
todos que Florencia fuera devastada,
y la defendí a rostro descubierto."
 
"¡Ah, tenga reposo tu descendencia!",
imploré, "desátame ahora un nudo
que aquí ha enredado mi sentencia.
 
"Parece que ven ustedes, si bien oigo,
delante lo que el tiempo agrega,
pero en el presente tienen otro modo."
 
"Vemos, como el que tiene luz escasa,
las cosas", dijo, "que nos son lejanas,
todo cuanto nos ilumina el sumo guía.
 
"Cuando se acercan o son, todo es vano
nuestro intelecto; y si otros no aportan,
nada sabemos de vuestro estado humano.
 
"Puedes comprender que será muerta
nuestra sabiduría desde el punto
que del futuro se cerrará la puerta."
 
Entonces, de mi culpa compungido,
dije: "Le dirás pues al que cayó
que su hijo se reúne con los vivos,
 
"y si fui, antes, en la respuesta mudo,
hazle saber que fue porque pensaba
en el error que ahora me has resuelto."
(...)
 
Dante Alighieri, La Divina Comedia, Lom Santiago de Chile, 2018
Traducción de Jorge Aulicino
 
 
* Farinata degli Uberti, recordado gibelino (partidario del emperador germano). Todo lo que sigue a continuación hace referencia a la rivalidad con los güelfos (partidarios de Roma, es decir, del papado). Dos veces Farinata echó a los güelfos de Florencia. En ocasión de la batalla de Monteaperto, en 1260, junto al Arbia (que se tiñe de rojo en este canto), los venció en lucha franca. Luego se opuso, en el consejo de los gibelinos toscanos, a la destrucción de los muros de Florencia y la reducción de la ciudad a pequeños burgos. El pecado de Farinata no ha sido la traición: Dante lo trata con duro respeto en el cementerio de los epicúreos.
** La sombra que ha hablado es la de Cavalcante Cavalcanti, güelfo y, según Boccaccio, epicúreo, padre del poeta Guido Cavalcanti. Algunos comentaristas -entre nosotros, Ángel Battistessa- han considerado la posibilidad de que Dante no pretendiese decir que su entrañable amigo, Guido, desdeñaba a Virgilio, aunque eso es, literalmente, lo que menciona como conjetura: 'forse cui Guido vostro ebbe a disdegno': tal vez al que vuestro Guido tuvo en desdén. La edición oficial de la Commedia resume todas las variantes anotadas a lo largo de las ediciones históricas del libro, en cuanto a explicar el desdén atribuido a Guido. Estas sobrentienden que tal sentimiento es “desdén” y no “desprecio”, ya que ambas acepciones son válidas. En tal conjunto de opiniones, se distinguen las políticas de las filosóficas y estéticas. Entre las primeras, tiene peso la que atribuye a Cavalcanti, güelfo, desdén por el entusiasta cantor del Imperio. Entre las filosóficas, la que señala que Guido bien podría desdeñar al Virgilio que Dante eleva a símbolo de razón y sabiduría. Entre las estéticas, la inclinación natural de Calvalcanti al canto lírico, de raíz provenzal, desdeñoso de los épicos latines. Hay, aún, una hipótesis gramatical, un tanto más peregrina, y no obstante acogida por la Sociedad Dantesca, que desvía el desdén de Guido hacia Beatriz, símbolo de la fe casada con la lógica; matrimonio este no apreciado por Cavalcanti. En tal hipótesis, el cui, con valor de que y quien, deviene en 'colei che' (con aquella que), de suerte que los versos en cuestión dirían entonces: “aquel que espera allá, por aquí me lleva / con aquella que vuestro Guido tuvo en desdén”. La solución no deja mejor parado a Cavalcanti a los ojos de Dante.
*** La Luna. Antes de que se encienda cincuenta veces, es decir, antes de que pasen otros tantos meses.
**** Probable alusión al futuro destierro de Dante. Razón, en ese caso, de su congoja en los versos finales y de la severa amonestación de Virgilio, en tanto solo en el cielo puede considerarse inscrito el porvenir humano.
Comentario aparte
El Canto X de Infierno, en el que emerge la terrible figura de Farinata desde un sepulcro en llamas, quizá sea inolvidable por esto mismo. Pero también lo es por el célebre comentario que Erich Auerbach hizo de la "Comedia", a partir de este canto, en su obra monumental "Mímesis". El canto tal vez no sea importante en su contenido simbólico, puesto que al fin y al cabo Farinata y Dante solo discuten una cuestión histórica -las consecuencias de la batalla de Monteaperto entre güelfos (papistas) y gibelinos (partidarios de la nobleza en general y de la restauración del Imperio Romano Germánico), que se libró antes de que naciera Dante-, pero cobra importancia -incluso más allá de la visión de sus fantásticos personajes y las tumbas en llamas- porque, desde Auerbach, algunos lo consideramos la clave del estilo de Alighieri en la "Comedia". Es el mejor ejemplo de la forma apretada y a veces vertiginosa que desarrolla Dante para ampliar el modelo clásico, a la vez que eleva lo fortuito y lo común a una nueva especie de épica. "Lo italiano", si es que esto existe, puede decirse que pende todo de estas acciones. En este canto, Dante intenta abrazar a Virgilio y este lo empuja a hablar con Farinata con cierto enojo -"¿Qué haces?"-; luego, un personaje majestuoso como Farinata es interrumpido por un anciano que pregunta por su hijo; cuando la pregunta no es respondida y el anciano desparece, Farinata -a quien no se le ha movido un pelo ni ha cambiado su actitud- vuelve a su discurso político. Tales situaciones sin orden, y tan humanas, no eran concebibles en la literatura clásica, que Dante parodia, en el estricto sentido de la palabra. Copiamos algunos párrafos del capítulo de "Mímesis" dedicado a Farinata y su compañero Cavalcante:
"En el breve espacio de unos setenta versos ocurre un triple cambio de sucesos; son cuatro escenas que se suceden atropelladamente. Ninguna de ellas tiene de manera exclusiva un contenido introductorio, ni siquiera la primera, la de la conversación relativamente tranquila entre Virgilio y Dante
"En estas escenas se aprietan muchas más cosas que en ninguno de los textos que hemos considerado
"Algunos de mis lectores poco familiarizados con la literatura medieval en lengua vulgar se asombrarán acaso de que haga resaltar como algo extraordinario estructuras sintácticas que hoy emplean sin esfuerzo los buenos escritores e incluso simples redactores de correspondencia con cierta cultura gramatical. Pero si nos fijamos en sus predecesores, el lenguaje de Dante es casi un milagro inconcebible. En comparación con todos sus antecesores, entre los cuales se cuentan grandes poetas, su expresión posee una riqueza, actualidad, fuerza y flexibilidad tan incomparablemente mayores, conoce y emplea una cantidad de formas tan superior, abarca los fenómenos y los asuntos más diversos con mano tan firme y segura, que uno llega al convencimiento de que este hombre ha redescubierto el mundo con sus palabras
...es innegable al mismo tiempo que el concepto de lo sublime en Dante difiere esencialmente del de sus modelos antiguos, tanto en el contenido como en la forma verbal. Los asuntos que la Divina Comedia presenta son, según la escala de valores antigua, una mescolanza monstruosa de sublimidad y bajeza... Dante no conoce, como todo lector sabe, límite alguno en la imitación exacta y directa de lo vulgar, grotesco y repugnante. Cosas que en el sentido antiguo no pueden en modo alguno ser consideradas como elevadas, él las hace así por la manera en que las ordena y plasma.
"En nuestro pasaje tenemos a dos condenados ...cuya índole terrenal se conserva en plena realidad en el más allá... Así lo ha querido Dios y así se acomodaba en el realismo figural de la tradición cristiana. Pero nunca había sido llevado tan lejos, nunca habían sido empleados tanto arte y tanta fuerza expresiva... Precisamente la indestructibilidad cristiana del hombre entero se lo permitía; y por lo mismo que lo realizó con tanto vigor y tanto realismo, abrió camino a la propensión de la índole por la autonomía; creó en pleno más allá un mundo de formas y pasiones terrenas que, por sus efectos, sobrepasa su propio marco... la figura supera la consumación.
"Debemos admirar a Farinata y llorar con Cavalcante; lo que propiamente nos conmueve no es que Dios los haya condenado, sino que el uno permanece incólume y que el otro se lamenta tan conmovedoramente por su hijo y por la dulce luz. La horrible situación en que los sume su condena sirve al mismo tiempo para intensificar el efecto de estas emociones completamente humanas.
"Los desórdenes groseros hacia los que conducía el realismo bufo de los Misterios en la Edad Media tardía no son, ni con mucho, tan peligrosos para la subsistencia de una concepción cristiano-figural del acaecer como el estilo elevado de este poeta, en el que los hombres se ven y reconocen a sí mismos. En esta consumación la figura se hace independiente, de modo que aun en el Infierno hay grandes almas, y en el Purgatorio algunas almas olvidan el camino de la purificación durante algunos momentos por la dulzura de un poema, de una obra humana."
[1942]
Erich Auerbach, "Mímesis", capítulo VIII, 'Farinata y Cavalcante', Fondo de Cultura Económica, traducción de J. Villanueva y E. Ímaz. México, 1996
---
Imagen: William Blake, c.1824
 
 
---
IX
(...)
Sì come ad Arli, ove Rodano stagna,
sì com' a Pola, presso del Carnaro
ch'Italia chiude e suoi termini bagna,
 
fanno i sepulcri tutt' il loco varo,
così facevan quivi d'ogne parte,
salvo che 'l modo v'era più amaro;
 
ché tra li avelli fiamme erano sparte,
per le quali eran sì del tutto accesi,
che ferro più non chiede verun' arte.
 
Tutti li lor coperchi eran sospesi,
e fuor n'uscivan sì duri lamenti,
che ben parean di miseri e d'offesi.
 
E io: «Maestro, quai son quelle genti
che, seppellite dentro da quell' arche,
si fan sentir coi sospiri dolenti?».
 
E quelli a me: «Qui son li eresïarche
con lor seguaci, d'ogne setta, e molto
più che non credi son le tombe carche.
 
Simile qui con simile è sepolto,
e i monimenti son più e men caldi».
E poi ch'a la man destra si fu vòlto,
passammo tra i martìri e li alti spaldi.
 
 
X
(...)
«O Tosco che per la città del foco
vivo ten vai così parlando onesto,
piacciati di restare in questo loco.
 
La tua loquela ti fa manifesto
di quella nobil patrïa natio,
a la qual forse fui troppo molesto».
 
Subitamente questo suono uscìo
d'una de l'arche; però m'accostai,
temendo, un poco più al duca mio.
 
Ed el mi disse: «Volgiti! Che fai?
Vedi là Farinata che s'è dritto:
da la cintola in sù tutto 'l vedrai».
 
Io avea già il mio viso nel suo fitto;
ed el s'ergea col petto e con la fronte
com' avesse l'inferno a gran dispitto.
 
E l'animose man del duca e pronte
mi pinser tra le sepulture a lui,
dicendo: «Le parole tue sien conte».
 
Com' io al piè de la sua tomba fui,
guardommi un poco, e poi, quasi sdegnoso,
mi dimandò: «Chi fuor li maggior tui?».
 
Io ch'era d'ubidir disideroso,
non gliel celai, ma tutto gliel' apersi;
ond' ei levò le ciglia un poco in suso;
 
poi disse: «Fieramente furo avversi
a me e a miei primi e a mia parte,
sì che per due fïate li dispersi».
 
«S'ei fur cacciati, ei tornar d'ogne parte»,
rispuos' io lui, «l'una e l'altra fïata;
ma i vostri non appreser ben quell' arte».
 
Allor surse a la vista scoperchiata
un'ombra, lungo questa, infino al mento:
credo che s'era in ginocchie levata.
 
Dintorno mi guardò, come talento
avesse di veder s'altri era meco;
e poi che 'l sospecciar fu tutto spento,
 
piangendo disse: «Se per questo cieco
carcere vai per altezza d'ingegno,
mio figlio ov' è? e perché non è teco?».
 
E io a lui: «Da me stesso non vegno:
colui ch'attende là, per qui mi mena
forse cui Guido vostro ebbe a disdegno».
 
Le sue parole e 'l modo de la pena
m'avean di costui già letto il nome;
però fu la risposta così piena.
 
Di sùbito drizzato gridò: «Come?
dicesti "elli ebbe"? non viv' elli ancora?
non fiere li occhi suoi lo dolce lume?».
 
Quando s'accorse d'alcuna dimora
ch'io facëa dinanzi a la risposta,
supin ricadde e più non parve fora.
 
Ma quell' altro magnanimo, a cui posta
restato m'era, non mutò aspetto,
né mosse collo, né piegò sua costa;
 
e sé continüando al primo detto,
«S'elli han quell' arte», disse, «male appresa,
ciò mi tormenta più che questo letto.
 
Ma non cinquanta volte fia raccesa
la faccia de la donna che qui regge,
che tu saprai quanto quell' arte pesa.
 
E se tu mai nel dolce mondo regge,
dimmi: perché quel popolo è sì empio
incontr' a' miei in ciascuna sua legge?».
 
Ond' io a lui: «Lo strazio e 'l grande scempio
che fece l'Arbia colorata in rosso,
tal orazion fa far nel nostro tempio».
 
Poi ch'ebbe sospirando il capo mosso,
«A ciò non fu' io sol», disse, «né certo
sanza cagion con li altri sarei mosso.
 
Ma fu' io solo, là dove sofferto
fu per ciascun di tòrre via Fiorenza,
colui che la difesi a viso aperto».
 
«Deh, se riposi mai vostra semenza»,
prega' io lui, «solvetemi quel nodo
che qui ha 'nviluppata mia sentenza.
 
El par che voi veggiate, se ben odo,
dinanzi quel che 'l tempo seco adduce,
e nel presente tenete altro modo».
 
«Noi veggiam, come quei c'ha mala luce,
le cose», disse, «che ne son lontano;
cotanto ancor ne splende il sommo duce.
 
Quando s'appressano o son, tutto è vano
nostro intelletto; e s'altri non ci apporta,
nulla sapem di vostro stato umano.
 
Però comprender puoi che tutta morta
fia nostra conoscenza da quel punto
che del futuro fia chiusa la porta».
 
Allor, come di mia colpa compunto,
dissi: «Or direte dunque a quel caduto
che 'l suo nato è co' vivi ancor congiunto;
 
e s'i' fui, dianzi, a la risposta muto,
fate i saper che 'l fei perché pensava
già ne l'error che m'avete soluto».
(...)


(Fuente: Jorge Aulicino)

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario