FUNERALES DE ESTADO
FUNERALES DE ESTADO
“…. la cara
está dos en el espejo idiota”
Juan Gelman
1.
El amor era lo suyo ni bien le entraba la ropa,
para después escuchar decir que “cada hogar
se levanta donde está la música”, mientras
se aprende a la fuerza a no enamorarse de cosas
pesadas los días sábado. Por ejemplo: la hélice
de un averiado helicóptero con el sello oficial
del Estado; un modular hecho a medida, pero
abastecido de botellas de vino y ron vacías;
tres sillones de cuerina Azul Francia, ahora
picados hasta el hartazgo por las últimas colillas
del verano, que pasó de largo como suspiro
de monja; o tres kilos de cartas de amor nunca
correspondido y todavía sin enviarlas siquiera
al mismísimo remitente. Eso, y mucho más,
a pesar de una vida cuyo único matiz fue
iluminarse por dentro de los días nublados.
Dos manchas de piel nuevas y definitivas
sobre la mano izquierda, y un reloj de arena
boca abajo, o arriba –da lo mismo–, dando
comienzo a cuentas regresivas. Eso sucede
cuando se abandona la lengua al nombre,
para después tacharlo de la lista negra
de tus daños colaterales. De inmediato,
te tocás el lugar donde radicó con fuerza
la enfermedad, para luego permanecer
como un puñado de pecas muertas, ahogadas
en tinta china, la respiración de un cuerpo
enchastrado por la detonación de un Pollock.
2.
“…los peronistas / se convirtieron en los mejores
eclipses de sí mismos.”
Rafael Espinosa
Pero el amor no era lo suyo. La ropa, a la soga.
La soga, al cuello. El cuello, a la corbata.
La corbata, al ropero. Y así. Todos los días
salvamos del desastre personal a un número
impreciso de desdichados, con sólo poner
en marcha el conteo previo de las asociaciones.
Parece un juego donde nadie desaparece
y, sin embargo, a veces sucede. La forma
en que un coche surge a contramano
a toda velocidad por una cortada desierta,
con varios pasajeros adentro, y donde sólo
uno de ellos grita mi nombre para que despierte
del sueño de ser nombrado, aunque ninguno
de los ocupantes se dé por enterado. Esos tipos
no conocieron nada que haya desordenado
alguna vez sus cabellos ya raleados. Como
si el campo de elección fuera la tradición
de voces largadas sin destino que recoja
una simple llamada perdida, haciendo suyo
el nombre propio que no le corresponde.
16 de junio de 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario