Estrépito
visión de junco
todo claro
erizados los cuatro costados del asfalto
el sonido
fuego en expansión
va hacia el fondo violáceo del agua
donde cae el grito caliente
lugar donde se escarba y renacen las uñas
mientras aquí repasamos la calle
sin distinguir cómo la hora golpea sus paredes
los reflejos procrean reflejos
raíces de azogue en el tronco cercano
rostros que devoran rostros
visión nublada
cincelados los pasos al borde de la ceguera
solo la voz del fondo enciende el farol de la frente
filamento frío detrás de cada músculo
y el pie siega transversalmente el espacio
templados movimientos hacia el estallido inaudible
ingresas al mar hasta las rodillas
y eso no basta para tener miedo
no es suficiente para besar la costra
no basta para encontrar esa red en el agua
ni para sostener con el pecho el cardumen
ni pronunciar su marcha precisa
ni para acariciar su superficie hambre
no basta para entrar en la desaparición
no basta para masticar de una vez
lo que el aullido hace crecer bajo su sombra
ni para bordear sigiloso el vestigio
ni ponerlo a hornear para engullirlo
de una vez y para siempre
no basta, y hay que sumergirse solamente
hasta no escuchar ni un solo graznido en la costa
solo el ojo del remolino
solo su voz en crecimiento
~
danza
Extravío en la hendidura,
en la encrucijada que surca la epidermis,
yo, sonora habitante nocturna,
acaricio las cuerdas arrancadas,
el tibio espacio de las desapariciones.
El pulso de lo que me rodea
devoró todo contorno,
atravesó mi lengua.
No hay más luz que la abundancia de lo que muere.
Vagan los reflejos en desconcierto
mientras te poseo detrás de las puertas sin umbrales.
Voy divisible, arco ensimismado.
Se atiza la fuga de las pieles en colores terráqueos.
Crece la inquietud de lo vivo y fragmentado.
Duerme la imaginación de lo uno y de lo otro,
de lo uno en lo otro
de lo otro más otro.
Deshojo con los dientes los abismos,
paladeo los carbones encendidos.
***
Revista Lucerna
Vallejo & Co.
(Fuente: La comparecencia infinita)
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