Angelitos al cielo
En casa del gitano
se escuchan jácaras...
¿Es boda o nacimiento?
¿Qué es lo que pasa?
Fijé la vista,
y asomaron en grupo
niños y niñas.
Les marcaba el origen
la tez morena;
conforme iban saliendo,
paraban fuera.
Formaron calle,
y anduvieron y anduve...
Ellos delante.
Al son de castañuelas
y de panderos,
cantando iban alegres...
¡Era un entierro!...
Seguí, y callaron
al traspasar la puerta
del camposanto.
A orilla de la zanja,
donde los pobres
caben, chicos con grandes,
hembras con hombres,
y caen todos,
a medida que llegan,
unos sobre otros;
allí, carne con carne
de los dos sexos,
cama sin sensaciones
de amor ni tedio,
en donde duermen
los que tanto rezaron,
sin que ya recen;
a orilla de la zanja
paró el concurso,
con la caja y el cuerpo
de su difunto...
¡Las crïaturas
llevaban otro niño
muerto en la cuna!
«¡Angelitos al cielo!»
gritaron todos,
y el menudo cadáver
cayó en el foso:
fue dando vuelcos,
y quedó boca abajo,
besando el suelo.
Como vino a este mundo
la crïatura,
del mundo se marchaba:
¡toda desnuda!
La abrigó el polvo;
manto que arropa a humildes
y poderosos.
Ya que la madre tierra
tuvo en sus brazos
el yerto cuerpecito
de ella formado,
vuelto a Triana,
el infantil cortejo
entró en la casa.
Ataúd que va y vuelve
cuando es de pobres,
pero, en vida del niño,
vaso de flores...
Tornar veían
padre y madre la triste
cuna vacía.
Águila de anchos ojos,
ávidos, fijos,
cuando llega y se lanza
sobre su nido;
leona enferma,
cuyo rostro tapaban
ásperas greñas;
la deshijada madre
del angelico,
de aquella pobre cuna
miró el vacío...
Todos bailaban...
¡Y ella sola vertía
mares de lágrimas!
incluido en Poesía del Romanticismo (Ediciones Cátedra, Madrid, 2016, ed. de Ángel Luis Prieto de Paula).
(Fuente: Asamblea de palabras)
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