sábado, 23 de enero de 2021

Georges Brassens (Francia, 1921-1981)

 

 

Morir por las ideas...


Morir por las ideas,
la idea es excelente
yo estuve a punto de morir
por no haberlas tenido,
pues todos los que las tuvieron,
multitud aplastante,
aullando a la muerte
me cayeron encima.
Ellos supieron convencerme
y, mi musa insolente
abjurando de sus errores,
se une a su fe.
Con una pizca
de reserva, sin embargo:
muramos por las ideas,
de acuerdo, pero de muerte lenta,
de acuerdo, pero de muerte lenta.

Juzgando que no hay peligro
en rezagarse
vayamos al otro mundo
paseando por el camino;
porque, al forzar la marcha,
se llega a morir
por ideas que no están en curso
al día siguiente.
Y si hay algo amargo,
desolador,
al rendir el alma a Dios,
es comprobar
que uno fue por un camino errado,
y se equivocó de idea.
Muramos por las ideas,
de acuerdo, pero de muerte lenta,
de acuerdo, pero de muerte lenta.

Los charlatanes locuaces
que predican el martirio
casi siempre, además,
se demoran aquí abajo.
Morir por las ideas,
es cierto hay que decirlo,
es su razón de vivir,
y no se privan en absoluto,
en casi todos los campos
los vemos que superan
fácilmente a Matusalén
en la longevidad.
Concluyo que ellos deben
decirse, por lo bajo:
Muramos por las ideas,
de acuerdo, pero de muerte lenta,
de acuerdo, pero de muerte lenta.

Ideas reclamando
el célebre sacrificio
sectas de todo tipo
las ofrecen en sarta.
Y se le plantea la pregunta
a las víctimas novatas:
Morir por las ideas,
está bueno, pero ¿por cuáles?
Y, como todas
se parecen entre sí,
cuando las ve venir
con su gran bandera,
el sabio, vacilante,
da vueltas alrededor de la tumba.
Muramos por las ideas,
de acuerdo, pero de muerte lenta,
de acuerdo, pero de muerte lenta.

Si aún fueran suficientes
algunas hecatombes
para que finalmente todo cambiase,
todo se arreglase.
Después de tantas “grandes noches”
en las que caen tantas cabezas
en el paraíso sobre la Tierra
ya deberíamos estar.
Pero la Edad de Oro sin cesar
se posterga.
Los dioses siempre tienen sed,
nunca tienen suficiente,
y es la muerte, la muerte
siempre volviendo a empezar.
Muramos por las ideas,
de acuerdo, pero de muerte lenta,
de acuerdo, pero de muerte lenta.

Oh, ustedes, los agitadores,
oh ustedes, los buenos apóstoles,
mueran entonces, primero,
nosotros les cedemos el paso;
pero, por favor, ¡por Dios!
¡dejen vivir a los otros!
La vida es casi
su único lujo aquí abajo.
pues, finalmente, la Parca
es suficientemente vigilante,
ella no tiene necesidad
de que le tengan la guadaña.
¡Basta de danza macabra
alrededor de los patíbulos!
Muramos por las ideas,
de acuerdo, pero de muerte lenta,
de acuerdo, pero de muerte lenta.
 
 
 

incluido en Arquitrave (nº 63, mayo-julio de 2016, Colombia, versión de Felipe Quintero).
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

 

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