Cuando estés vieja
Cuando estés vieja y cana y soñolienta
y, cabeceando junto al fuego, tomes este libro
y leas lentamente, y sueñes con la dulce mirada
que tus ojos tuvieron una vez, y con sus sombras oscuras;
cuántos amaron tus momentos de gracia jubilosa,
y amaron tu belleza con amor genuino o falso,
pero sólo un hombre amó tu alma peregrina,
y amó los pesares de tu rostro que cambiaba;
y al encorvarte junto al hierro enrojecido,
murmures, con algo de tristeza, cómo huyó el Amor
y se fue por las montañas a lo alto
y ocultó su rostro entre millares de estrellas.
.....
(Trad.: Gerardo Gambolini)
No hay comentarios:
Publicar un comentario