viernes, 1 de septiembre de 2023

Rodrigo Galarza (Corrientes, Argentina, 1972)

 

OTRO EDIPO 
 

No preguntarás por el enigma de la Esfinge,
sólo entrarás a la ciudad y reinarás con tus andrajos.
Nadie preguntará por la vejez de tu dolor
ni por tu voz entregada a los vientos de la muerte.
No heredarás la tierra pero sí un estigma de fuego,
y sin embargo y todavía el canto
Levantará otra ciudad desde la ruinas. 
 
 
 
SALUDÁS a tu ejército vencido y éste te responde
exigiéndote otra batalla. 
 
 
ABRIR el pecho de un pájaro
Y encontrar destrozadas las partituras de la tarde. 
 
 
Los poemas seleccionados que preceden pertenecen a Dietario del Sur, Ruleta Rusa Ediciones.
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SUEÑO CON VALLEJO
 

En tus sueños prenatales
un tal Vallejo, un lacrimal trifulca
te mostraba todas las resacas del mundo
que empozan el alma;
hacía fulgurar sus huesos húmeros
en medio de una noche aullada por lobos.
Como si fuera el brujo de la tribu
te hacía llover recuerdos futuros y vacuas iniciales,
mientras por el cordón umbilical
tu madre te llamaba a vivir,
a olvidar lo que vivirías;
te preparaba para el llanto
escuchando a los pájaros morirse
bajo el pulso cansado de la tarde;
te (se) preparaba para amarte
“todo el insomnio y todo el día”
en la hora de las horas
hasta su muerte amén. 
 
Y el llanto llegó, y un soneto de Vallejo
te recordó los sueños que hablaban
de resacas, de huesos húmeros,
de recuerdos futuros, y de iniciales
que poco a poco se vaciaron
llenándose de otros énfasis;
y ese tal Vallejo se hizo carne en vos
hermano sombra adentro,
y mucho a mucho siamés con el poco a poco
tu lacrimal ya no fue trifulca
sino un permanente bautismo
aprendiendo de los esplendores
y devastaciones del mundo.
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AUTO DE FE 
 

Si no fuera que a veces los astros galopan en mis costillas
desatando una música que parte del barro que soy, recuerda y celebra.
Si no fuera que en mis espaldas alguien
–cuyo rostro no he visto-
ensaya absurdas cartografías, mientras ciego huyo de mí mismo.
Si no fuera que existen tantos imposibles arracimados
en la linde mi boca,
no creería en un dios con minúscula,
títere y tan ocupado de sí mismo
que a veces
se confunde de altar y reza al hombre
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(Fuente: Oscar Vicente Conde)

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