sábado, 5 de marzo de 2022

Lara Losada (España, 1993)

 


 

 

 

QUEMAR LA CASA

 

 

 

Él me decía no me grites y yo contestaba estoy llorando si casi no puedo hablar él me decía no me grites y yo contestaba estoy susurrando si casi no puedo respirar.

LARA MORENO

 

 

I

 

 

En el hogar en el que crezco

una dictadura obstruye fatalmente el vínculo paterno.

 

Me pregunto

si un día el techo caerá sobre nosotras

si realmente existo         si un día ese silencio impuesto

este castigo, se posará en tus hombros y te empequeñecerá

tanto que mañana tal vez habrás desaparecido.

Me pregunto

si hay política en el silencio. Sé que sí.

 

No confundir silencio con ausencia.

 

 

 

Todo el mundo tenía su teoría acerca de por qué había tratado de matarse.

La señora Buell decía que la culpa era de los padres.

             —La niña no quería morirse, lo que quería era irse de su casa—nos dijo.

JEFFREY EUDENIDES

 

II

 

Tenía ocho años cuando por la noche

me arrodillaba en la cama y rezaba pidiendo a Dios

que te mueras o

que te vayas.

Años después he vuelto a dormir en la misma cama

no soy más fuerte ahora miro las esquinas superiores

de las paredes y encuentro líneas de distintos colores

capas sobre capas de puntura hasta que volvió el blanco.

La misma marca de quemadura en el mueble

sobre el que puse una vela,

las manos sucias, la cama sucia, la garganta sucia.

Me gustaría decirte que tú fuiste el golpe

separada desde

entonces del impulso primario, negada al afecto.

Existo refugiada en la angustia de las no amadas

las no válidas.

 

 

 

Pueden gobernar el mundo mientras sean capaces de convencernos de que nuestro dolor está dispuesto en un determinado orden.

ADRIENNE RICH

 

 

III

 

 

En mi casa soy una res inmóvil de mejillas ardientes

niña domada                   diseccionada.

Todas las partes de mi cuerpo me son ajenas

este vientre no es mío sino tuyo que me alimentas

esta garganta no emite sonidos más altos que tu voz

estos dedos                      sé que podrías partirlos

si se te antoja, rómpelos

para que no pueda escribir.

 

Mis lágrimas, sin embargo, las pelearé

con frente, pecho y rodillas                       jamás te daré

agua de mí                      no serán tuyos

mi dolor, las orillas de mis ojos, este llanto

de mejillas ardientes

mujer salvaje                 espolvoreada en barniz de resina

mezclada con polvo de oro

escondo tu maleza.

 

 

 


En: Quemar la casa

 

Valparaiso ediciones

 

(Fuente: Papeles de Pablo Müller)



 

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