QUEMAR LA CASA
Él me decía no me grites y yo contestaba estoy llorando si casi no puedo hablar él me decía no me grites y yo contestaba estoy susurrando si casi no puedo respirar.
LARA MORENO
I
En el hogar en el que crezco
una dictadura obstruye fatalmente el vínculo paterno.
Me pregunto
si un día el techo caerá sobre nosotras
si realmente existo si un día ese silencio impuesto
este castigo, se posará en tus hombros y te empequeñecerá
tanto que mañana tal vez habrás desaparecido.
Me pregunto
si hay política en el silencio. Sé que sí.
No confundir silencio con ausencia.
Todo el mundo tenía su teoría acerca de por qué había tratado de matarse.
La señora Buell decía que la culpa era de los padres.
—La niña no quería morirse, lo que quería era irse de su casa—nos dijo.
JEFFREY EUDENIDES
II
Tenía ocho años cuando por la noche
me arrodillaba en la cama y rezaba pidiendo a Dios
que te mueras o
que te vayas.
Años después he vuelto a dormir en la misma cama
no soy más fuerte ahora miro las esquinas superiores
de las paredes y encuentro líneas de distintos colores
capas sobre capas de puntura hasta que volvió el blanco.
La misma marca de quemadura en el mueble
sobre el que puse una vela,
las manos sucias, la cama sucia, la garganta sucia.
Me gustaría decirte que tú fuiste el golpe
separada desde
entonces del impulso primario, negada al afecto.
Existo refugiada en la angustia de las no amadas
las no válidas.
Pueden gobernar el mundo mientras sean capaces de convencernos de que nuestro dolor está dispuesto en un determinado orden.
ADRIENNE RICH
III
En mi casa soy una res inmóvil de mejillas ardientes
niña domada diseccionada.
Todas las partes de mi cuerpo me son ajenas
este vientre no es mío sino tuyo que me alimentas
esta garganta no emite sonidos más altos que tu voz
estos dedos sé que podrías partirlos
si se te antoja, rómpelos
para que no pueda escribir.
Mis lágrimas, sin embargo, las pelearé
con frente, pecho y rodillas jamás te daré
agua de mí no serán tuyos
mi dolor, las orillas de mis ojos, este llanto
de mejillas ardientes
mujer salvaje espolvoreada en barniz de resina
mezclada con polvo de oro
escondo tu maleza.
En: Quemar la casa
Valparaiso ediciones
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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