Tres poemas
Ya no sé hasta dónde camina este calor
todo el océano resuena en mi puerta
qué pueden hacer estos ángeles sin viento
estos árboles sin sueño que levanto en vilo
sobre este trozo de montaña mar afuera.
Cada noche su camino (1996-1997)
¿Es posible amar las despedidas?
quizá
en la inocencia o en la orfandad
pues los adioses nos persiguen siempre
de noche, de día
y siempre andamos de paso en este vergel
acumulamos cosechas y viandas en el suplicio
que luego abandonamos al borde de nuestro
incierto límite oscuro.
Nos hacemos daño en el dolor sangramos solos.
Porque no hay ternura en el otoño, no hay
días límpidos para llevar a casa
ni retornos favorables a los encuentros tardíos.
*
Para ti y para mí no existen el tiempo ni el reloj
de arena, ni la inmensa costumbre de ser, ni los
augurios en la gruta desierta. Pero algunos recuerdos
inasibles leemos bajo los árboles que llegaron
allí por error, o sobre las piedras que jamás
escuchan su silencio. Y somos muchos los que cruzamos
el desnudo frío dentro de las insondables paredes de niebla
y ajustamos las ventanas para que enfrenten
nuestro porvenir. Por eso el tiempo es como una
piedra preciosa que brilla entre vacíos atriles.
El extremado amor (2002-2003)
En Lo que trae el relámpago: dos libros póstumos, La Poeteca, Caracas, 2021 Vía Latin American Literature Today Volume 1, n° 20, noviembre 2021
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Foto: Vasco Szinetar/El Nacional
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)
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