En todo el resto del espejo
En el entretenimiento, como en la magia,
la suma de los factores altera el producto.
Ya por un bien de uso, ya por el presunto
atestiguar de un hambriento,
alguien tiene que ocupar ese lugar.
“Son años de lucha y vida,
son décadas de fuerza y ardor”,
se oyó decir en los pasillos
del sindicato de alfareros.
Siempre sirve bailar
si no se puede entender.
Como el oro en el silencio de los pasos,
el remate comercial sería en realidad
una donación de la curva elíptica
para buscar la rehabilitación
de una función privada
exhibida frente al calor
que no les brindaron
cuando recién nacían.
Entonces, inicia sobre el ático
de una antigua casona del suburbio
una eufonía de figuras centelleantes
ofrecidas a un mendigo
en las calles del centro.
En ese recuadro que se asienta
sobre el cielo llegado desde lejos
estás vos, espejando las apariciones
brindando metas, guías de un mundo
casual en calles, baños, salones y épocas
irrepetibles como esta o tantas otras.
Datos para un ejercicio real
(armonía en el tono)
relevamientos clínicos
y una forma de espaciar las tensiones surgidas
en el centro de un grupo
fundamentalmente emocional,
guiado por luces de bajo consumo
y capas de terciopelo,
abstractas en su reflexión,
suaves en una misión para abrir
los mercados, las sonrisas,
una nueva vidriera y un factor adherido
a la fecha de vencimiento
de un sistema de reflejos.
Relaciones con el suelo y escaleras
que suben y bajan al cielo,
trepan al ciclo, a los extremos,
y resbalan en la improbable gestión.
Hay departamentos siniestros:
en el suyo todo es luminoso.
Música de frecuencia modulada y mucha calma,
un período tenso, una zona sensible.
Cae la noche en su casa y en toda la ciudad.
¿Le pedirán un crédito a su extensión
en la expresión de su rédito?
Es verdad que la imagen reflejada
no se opone a la que muestra
cuando camina entre los muebles
que miran a una plaza serena
en un barrio conveniente.
Sí, lo más llamativo es la manera
en que mantiene la cabeza siempre
con el mentón haciendo un ángulo
recto con el cuello y los hombros derechos.
Y es llamativo, a pesar de esta postura,
no parece tensar su iniciativa.
Hay alguien enfrente, justamente ahí
(se escuchan pasos en el desván)
entre el mediador que arriba recibe
a un allegado y sus ritos de trabajo
bajando en el ascensor de servicio.
Hay un abismo que se va a llenar
con el oro del tiempo y el suspiro
de un oso que duerme en un bosque.
Todos los cuerpos merecen lo mejor
pero su desproporción es como una firma
retorcida al final de un largo párrafo
de compensaciones.
Es posible que se abran
muchas puertas de terror y espejismos.
De: "Con amor y turismo", Triana Witolda, 2020
(Fuente: El poeta ocasional)
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