10 poemas de ENTRESER
Uno que mira en derredor
y piensa:
el crimen
de quienes convierten a la gente
en esto
¿cómo podría expiarse?
Uno que apenas soporta su dolor de muelas
¿se atreverá a hablar de los presos políticos,
ijares desgarrados por la tortura?
¿Se acostará cerca del trabajador bananero
a quien han destrozado la rodilla de un tiro
por querer organizar el sindicato agrario?
¿Le lamerá las manos destrozadas al joven ladrón de coches
crucificado contra aquella valla
en la periferia protestante de Belfast?
Uno que piensa: esto que hemos construido
es el negativo de lo que sería
la vida verdadera, pero enseguida repara
en la inexactitud del símil, no es así,
imagen negativa y positiva
se entreveran, se proyectan
juntas en esta figura angulosa y excesiva
de nuestro vivir, y no
Uno que ve a otros
leyendo manuales de autoayuda,
El Tao de la sanación, El hombre
autorrealizado, y sabe:
lo que tú no sepas
nadie puede enseñártelo.
Tu palabra del dorso
has de decirla tú
Se le ocurre entonces que hay que llamarlo
Rimbaldo, el rápido Rimbaldo, y quizá entonces
algún adolescente no menos rápido pensará cómo
un futbolista tan rápido puede haber escrito
tan raras prosas, Una temporada
en el infierno, quizá la amenaza del descenso
a la segunda división, y la mano
quede prendida del papel y el ojo conectado
con la mano, y el veneno verde
penetre lenta pero implacablemente con la noche y se haya ganado
un muchacho insomne y azorado, un despojo
con el que juega carnicera la belleza, un lector
Uno que vuelve a lo mismo,
la hormiga más sencilla, la sed más elocuente;
uno que sabe que toda tormenta
entrega a la postre su urbano vaso de agua
Uno que sólo llega
allí donde ya estaba
pero le cuesta, le cuesta
Uno para quien el yo debería ser
como una moneda gastada:
ahora en mi mano
ahora en la tuya
ahora cae al suelo
y se perdió
Uno que antes de acabar relee
la luz de Whitman:
estos son en verdad los pensamientos de los hombres de todas las épocas y de todos los países; no son originales,
y si no fuesen tan tuyos como míos, no valdrían nada, o casi nada,
si no son el enigma y la solución del enigma, no valen nada,
si no son cercanos y remotos al mismo tiempo, no valen nada,
ésta es la hierba que brota dondequiera que hay tierra y agua,
éste es el aire común que baña al globo
Uno que se repite:
inteligencia
de lo común
Uno que a sus 39 años
deja de tener prisa,
la flor lejana no aroma más que la adyacente,
es el libro releído el que libra su secreto,
las tardes son dulces si las subraya el sueño,
en medio de los estrépitos peores
el lecho de silencio
siempre está ahí
y bajo la superficie de los párpados
un planeta no cesa de girar.
Jorge Riechman. Entreser. (poesía reunida, 1993 -2016). Ed. Calambur, 2021
(Fuente: Voces del extremo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario