PARROQUIANA Y DOS POEMAS MAS DE ANTOLOGÍA DE BOLSILLO
Parroquiana (a Lidia Jorge)
Has regresado a Boliqueime.
Tres días y todavía no
se ha desvanecido
la sorpresa de encontrarnos
inesperadamente en aquella plaza,
leo en tu mail. Todavía
sientes la alegría repentina,
la emoción, escribes,
con tu letra escolar en el teclado.
Traduzco o teu lenço vermelho
y me parece oler a trementina.
Vuelvo a abrir los sobres
con reproducciones de Velázquez
y el Greco que solía pegar
en aquellas cartulinas blancas.
Y recuerdo los óleos de G. amontonados
en aquellos talleres inacabables
entre Morata y Chinchón.
Tengo la imagen de tu rostro
(yo también la tuya)
sentada entre esos árboles
y pienso que no sé si te gustó
el pañuelo rojo que no te vi puesto.
¡Tu imagen y la de tu hermano,
escribes, tan joven,
con una sonrisa tan abierta!
En el Algarve, la trama del lino arrugado
sobre la cama. Es verano.
Oigo chicharras y perros
y voces adolescentes que rebotan
a las afueras. Olas desacompasadas,
para recibirte, amiga,
esta noche sin luna.
Tiempo circular (A Esther Muntañola)
Deja que te coja el brazo, de este lado está bien.
Así puedo ver tu nariz haciendo sombra
a los tilos del paseo. Ya sé que lo estás.
La tristeza es como meter los pies en el agua.
A poco que te descuides, te congelas.
No hay que dejarse la rebeca en casa.
Mira el suelo, la flor de la catalpa.
El viento de estos días, qué primavera rara,
tan lluviosa que parece primavera. Riéte anda,
como si fuera cierto que es ahí donde se quedan
para siempre los ratos muertos. ¿Hace frío?
Un corazón roto, sirve, sin embargo, ¡duran
mucho!
La obsolescencia debe de ser cosa de órganos
más sofisticados. Me sudan las manos.
Lo siento. ¿Te suelto? ¿Llegamos hasta el cruce
y nos volvemos? Aquel verano, una luz
como esta,
el soplo de la brisa oliendo, como ahora,
a espliego y manzanilla, camino a la iglesia.
Sentarnos bajo los castaños para no hablar
de nada.
No te vayas, te digo. Deja que me hagan a la idea
de no volver a verte en un buen tiempo.
Cantueso (a Luz Pichel)
Trenzo cantueso y romero en flor
unas espigas verdes, esta rama de olivo
y esta otra de laurel que no quemó
la nevada (la higuera y el pruno,
tan fuertes por fuera, no lo han logrado).
El año que viene por estas fechas,
sentadas en el escaño, a la lumbre,
el ramo será ceniza y buscaré canciones
que serán humo tu siguiente
cumpleaños.
Lara López
Antología de bolsillo
Ediciones Liliputienses
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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