En Primavera soluble, la identificación de la palabra con lo natural conlleva su disolución en la naturaleza y la propuesta de una poética sin orden, concebida desde un imprevisible azar. Se trata de formas proteicas cuya conformación ofrece un ámbito en el que las palabras, como las cosas o los objetos, son y ya no quieren decir. Se accede a mostrar sólo el desarraigo existencial de un sujeto que ha desbaratado el simulacro del lenguaje y al que le han sido reveladas las condiciones de su fugaz paso por la vida: belleza y verdad no proceden de un orden establecido por la cultura, sino de ese otro material para el cual el lenguaje no sirve, aunque es necesario. En sus últimos libros, la vida no emana de la descripción realista o de la exactitud científica, mucho menos de la preconizada por ideologías o creencias, sino de una esclarecedora revelación poética. Y, no obstante, se asume la imposibilidad de una conexión con ella fuera del lenguaje. En el poema titulado «Vieja dedicatoria», el autor reflexiona sobre ello a la luz de una comprensión profunda de un desarraigo existencial que no encuentra su reflejo en la escritura: «Por mis palabras indefensas nunca / vas ni ibas tú». Es éste un verso esclarecedor de la derrota, al erigir una palabra poética exterior al sujeto. (…) A pesar de esta derrota, algo sí ha conseguido el poeta: que la palabra haga coincidir su silencio con el ocaso del sol y con la hermosa clausura de su luz.
Vicente Vivez Pérez La palabra inexpugnable (Tesis doctoral)
vieja dedicatoria
Por esa veta gris en una perla
donde incendia la luz del occidente
un paisaje tras otro, una tras otra gema,
busqué fuentes y hallé, topé con valles
me perdí, vi el antiguo camino, eludí aldeas
y quise cabalgar. Te recordé sentado
junto al refugio de la salamandra.
Por mis palabras indefensas nunca
vas ni ibas tu. Este ocaso es casi tu silencio
y un latido en tus sienes deshace la belleza.
No como el tiempo que segó la sangre:
como una luz vivísima que mueve
la destrucción de todos los horizontes frágiles
para vibrar imperceptible sobre
el sol, el agua, los atardeceres.
Tłum. Ada Trzeciakowska
Dawna dedykacja
Poprzez szarą żyłkę w perle
gdzie światło zachodu podpala
krajobraz za krajobrazem, klejnot za klejnotem,
szukałem źródeł i odnalazłem je, przedzierałem się jarami
zgubiłem się, ujrzałem dawny szlak, stroniłem od wsi
wierzchem chciałem gnać. Pamiętam, że siedziałeś
przy kryjówce salamandry.
Za pośrednictwem mych bezradnych słów nigdy
nie nadchodzisz ani nie nadszedłeś. Zmierzch ten niemal jest twą ciszą
a pulsowanie w twoich skroniach odwraca piękno.
Nie jak czas, który skosił krew:
jak najjaskrawsze światło co wprawia w ruch
destrukcję wszelkich kruchych horyzontów
by wibrować niezauważalnie nad
słońcem, wodą, zapadającym mrokiem.
(Fuente: Ada Lírica)
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